El ego cree que encontraremos seguridades en nuestras relaciones solamente controlando a las personas. En realidad piensa que el propósito de las relaciones es tener a alguien para dominar. Cuando controlamos a otras personas o cuando estamos actuando como si la poseyéramos, estamos haciéndole caso a la creencia del ego de que podemos encontrar seguridad al dominar a otra gente.
Nuestros egos intentan comúnmente, dominar y manejar a otras personas por medio de: el dinero, el sexo y la culpa.
La persona que controla el dinero en la relación siente que pagar las facturas de la otra persona “tiene el deber de hacerle feliz”. Y la persona que no tiene dinero siente que debe tratar de hacer feliz a la otra a cambio de la seguridad económica.
Si bien el sexo es una expresión del amor en una relación, también puede ser una forma de “Manejo” y dominio de la otra persona. Como el dinero puede usarse como medio para hacer que la otra persona haga algo o dé algo que a lo mejor no quiere hacer ni dar.
El ego también puede usar la culpa y la acusación para dominar a la otra persona. Es una fr las formas que usan los padres para dominar a sus hijos. Cuando aparecen problemas en las relaciones, la primera línea de defensa del ego es probar que la otra persona ha cometido un error. El ego reúne evidencias de que la otra persona ha hecho cosas horribles y como el ego está poseído por la persona “culpable”, esta persona debe cambiar o la relación no mejorará nunca.
En este juego de la culpa y la acusación, el ego cree que la persona menos culpable debería tener el derecho de controlar a la más culpable, debería tener el derecho de controlar a la más culpable. En las relaciones basadas en esta creencia, la lucha por la culpa y la acusación llega a ser la actividad principal de la relación, dificultando cada vez más a las dos personas para experimentar amor.
La necesidad que tiene el ego de dominar, de utilizar, de poseer a otras personas, nace del miedo y este miedo nos separa del amor. El ego tiene una falsa sensación de poder y una gratificación momentánea cuando siente que tiene control sobre otra persona. Aunque esta sensación de poder no es duradera, el ego negará que el verdadero poder está en el amor.
Nunca dominaremos a otras personas. Aunque las utilicemos para que nos den o hagan algo que deseamos, creamos una relación basada en el miedo y la separación. Cuando “aprisionamos” a otros con nuestros esfuerzos por mantenerlos bajo control, terminamos aprisionándonos nosotros mismos.
Nos liberaremos en el momento en que dejamos de obedecer al ego cuando trata de decirnos que sólo podemos encontrar seguridad en el dominio y la posesión. Cuando menos tratamos de controlar a otros, más amor experimentamos, y más oportunidades encontramos para crear relaciones armoniosas y llenas de amor.
MUCHO AMOR Y MUCHA LUZ
Nuestros egos intentan comúnmente, dominar y manejar a otras personas por medio de: el dinero, el sexo y la culpa.
La persona que controla el dinero en la relación siente que pagar las facturas de la otra persona “tiene el deber de hacerle feliz”. Y la persona que no tiene dinero siente que debe tratar de hacer feliz a la otra a cambio de la seguridad económica.
Si bien el sexo es una expresión del amor en una relación, también puede ser una forma de “Manejo” y dominio de la otra persona. Como el dinero puede usarse como medio para hacer que la otra persona haga algo o dé algo que a lo mejor no quiere hacer ni dar.
El ego también puede usar la culpa y la acusación para dominar a la otra persona. Es una fr las formas que usan los padres para dominar a sus hijos. Cuando aparecen problemas en las relaciones, la primera línea de defensa del ego es probar que la otra persona ha cometido un error. El ego reúne evidencias de que la otra persona ha hecho cosas horribles y como el ego está poseído por la persona “culpable”, esta persona debe cambiar o la relación no mejorará nunca.
En este juego de la culpa y la acusación, el ego cree que la persona menos culpable debería tener el derecho de controlar a la más culpable, debería tener el derecho de controlar a la más culpable. En las relaciones basadas en esta creencia, la lucha por la culpa y la acusación llega a ser la actividad principal de la relación, dificultando cada vez más a las dos personas para experimentar amor.
La necesidad que tiene el ego de dominar, de utilizar, de poseer a otras personas, nace del miedo y este miedo nos separa del amor. El ego tiene una falsa sensación de poder y una gratificación momentánea cuando siente que tiene control sobre otra persona. Aunque esta sensación de poder no es duradera, el ego negará que el verdadero poder está en el amor.
Nunca dominaremos a otras personas. Aunque las utilicemos para que nos den o hagan algo que deseamos, creamos una relación basada en el miedo y la separación. Cuando “aprisionamos” a otros con nuestros esfuerzos por mantenerlos bajo control, terminamos aprisionándonos nosotros mismos.
Nos liberaremos en el momento en que dejamos de obedecer al ego cuando trata de decirnos que sólo podemos encontrar seguridad en el dominio y la posesión. Cuando menos tratamos de controlar a otros, más amor experimentamos, y más oportunidades encontramos para crear relaciones armoniosas y llenas de amor.
MUCHO AMOR Y MUCHA LUZ
3 comentarios:
Rosa... es muy agradable contar contigo pues siempre encuentro valiosos tesoros en tus letras. Un abrazo y gracias por darte un paseo por mi blog. beso.
Gracias por compartir!
Te dejo un relajante, cálido y entrañable abrazo.
Beatriz
Interesante reflexión la que has expuesto.
Me quedo con dos monstruos:
El dinero, ese que manipulamos y lo convertimos en villano....
Y el miedo, sin duda alguna la enfermedad más grande que existe y la fuente de todos los males....
Un beso, escritora.
Un abrazo buena persona.
Publicar un comentario