SUMANDO CORAZONES

SUMANDO CORAZONES

BIENVENIDOS A ESTA NUESTRA ESCUELA DE VIDA

HE PLANTADO Y HA BROTADO. TODO LO QUE HABITA ESTE RINCÓN ES DE IDA Y VUELTA. QUE LA ROSA DEL GOZO FLOREZCA EN VUESTROS CORAZONES.


CANTO Y GRITO FUERTEMENTE A LA FUGACIDAD DE LA VIDA, DE AHÍ MI PASIÓN POR VIVIR SÓLO DE LO ÚNICO QUE POSEO CERTERAMENTE: EL INSTANTE .

LA AUTO-DEMOSTRACIÓN DE UNA BUENA AUTOESTIMA, DEL AUTO-REENCUENTRO, NO SE DA NORMALMENTE EN DÍAS SOLEADOS, ESA SITUACIÓN ES DEMASIADO SENCILLA, PARA RECONOCER Y RE-NACER EN LA LUZ HAY QUE SUMERGIRSE PRIMERO EN LA OSCURIDAD, ES AHÍ DONDE HAY QUE SER CONSCIENTE DE NUESTRA FUERZA, PARA ASÍ PODER TOMAR EL IMPULSO NECESARIO PARA LLEGAR A ACARICIAR A LAS ESTRELLAS.


TODOS VUESTROS COMENTARIOS ACARICIAN MI SER, MI ESENCIA, MI ALMA, MI TODA YO. SOIS AMOR... GRACIAS DESDE LO MAS PROFUNDO DE MI CORAZON..

Guerrer@s de Luz - Los autentic@s dueños de este blog

lunes

PENSAMIENTO

Olivier Föllmi



"Los actos toman un giro positivo o negativo según la intención que los sustenta, como el cristal refracta el color del soporte que le damos"


Dilgo Khyentsé Rinpotché

viernes

ENCUENTRO CON EL ALMA


Para sobrevivir en esta vida, no sólo físicamente sino también con nuestras emociones y corazones totalmente abiertos, debemos darnos cuenta de que la vida no consiste en las rebajas de lencería para el hogar de los grandes almacenes o en el último modelo de coche. Y tampoco en el último chisme sobre quién hizo qué a quién. La vida consiste en cuidar los unos de los otros, a veces sacrificando nuestra propia comodidad. Necesitamos trabajar juntos. La vida consiste en compartir y cuidar, en dar incondicionalmente. Como seres humanos, somos responsables de nuestra sociedad, de los niños y los adultos, de los seres humanos y los animales.
La sociedad ha quedado atrapada en el materialismo, que en el gran esquema de la vida no significa gran cosa. Tal vez usted se haya comprado el coche más caro del mercado y se sienta orgulloso de ello. Es estupendo que tenga el éxito necesario como para permitirse ese lujo, pero ¿y qué? Cuando se muera, ¿se lo podrá llevar consigo? ¿En verdad se siente interiormente más feliz por ser dueño de ese coche? ¿Hace que los miembros de su familia sean más felices, aparte de que pueden ir a todas partes con mayor comodidad? ¿Poseerlo ayuda a sus hijos a entender y practicar la compasión con los demás?
Obviamente, no hay nada malo en desear una vida mejor. Sin embargo, hemos quedado atrapados y nos hemos perdido en nuestras zonas de consuelo. La comodidad se ha convertido en un modo de vida. Tal vez estamos cansados de luchar y sólo queremos relajarnos, pero a veces eso puede conducir a no vivir en absoluto. Tenemos que huir de esa manera de pensar. Debemos detener el síndrome: "¿Por qué he de ayudar a los demás si a mí nadie me ayuda?".
En ningún otro momento de la historia ha habido tantas personas acudiendo a terapias en busca de ese huidizo "algo" que echan de menos en sus vidas. Ese algo perdido que en la sociedad actual nos elude a la mayoría de nosotros es estar en contacto con nosotros mismos. Presionados por los medios de comunicación, hemos aprendido a definirnos por lo que parecemos y por cuánto y qué tipo de cosas tenemos. Ese punto de vista materialista evolucionó lentamente, hasta que en el siglo pasado se aceleró de un modo vertiginoso.
En lo más profundo, creo que todos nos damos cuenta de que el dinero y las posesiones materiales no pueden darnos la felicidad. Pero hemos vivido bajo el influjo de los falsos valores durante tanto tiempo que hemos olvidado lo que somos. Nos hemos convertido en una sociedad que vive para la satisfacción inmediata.
La gente de las generaciones anteriores, nuestros abuelos y bisabuelos, también querían una vida mejor. Así que muchos emigraron a otras regiones y otros países y, trabajaron duro, lograron tener un techo sobre sus cabezas y un empleo estable que hiciese su vida un poco más fácil. La gente solía trabajar la tierra, plantando y cosechando. Vivía de la tierra. No creía que el polvo y las hojas secas fuesen una molestia.
Cada generación ha intentado hacer las cosas mejor que la anterior. Sin embargo, la gente ha quedado atrapada en el materialismo y se ha hecho ambiciosa. "Una casa de tres habitaciones era suficiente para mis padres, pero yo quiero una de cinco habitaciones", dice uno. "Necesitamos la versión de lujo, con el interior tapizado en cuero, para poder ir al trabajo con más comodidad, para poder ganar más dinero, para poder comprar más cosas, para poder vivir más cómodamente", piensa otro, pero a la hora de expresar esta idea en pocas palabras simplemente se dice: "Necesitamos un coche nuevo".
No hay nada malo en poseer cosas materiales, siempre que se cumpla el ciclo equilibrado de dar y recibir. La ley del karma reza así: recibes algo y das algo. Muchas personas se han transformado en individuos que sólo reciben. Poco a poco nos estamos dando cuenta de que las propiedades que poseemos y el aspecto que tenemos no son suficientes para satisfacernos. Hemos olvidado que se supone que debemos vivir juntos en este planeta como una comunidad y no sólo como individuos aislados. Pero por supuesto, aparentamos ser felices. Sonreímos en público y simulamos que nuestra vida es perfecta.
Ahora bien, yo pregunto: ¿si la vida es tan perfecta para usted y para mí, con todos nuestros rápidos y fáciles lujos, por qué nos sentimos tan vacíos? Muchas personas reaccionan a "Estoy aburrido" o "Estoy enfadado" o "Estoy triste" con el pensamiento "Quizás si voy de compras me sentiré mejor". Ciertamente se sentirán más felices, por un breve tiempo, pero luego ¿qué? Comenzarán a sentir otra vez ese vacío, volverán a salir, nuevamente a comprar.
Nos hemos apartado mucho del sentido por el que estamos aquí. Estamos aquí para trabajar juntos y llevar una vida mejor como comunidad y no sólo como individuos aislados. Hemos quedado atrapados en la red de una cultura materialista.
Ser conscientes de nuestra alma significa ir en contra de los valores del mundo moderno. Desgraciadamente, antes de ocuparse de las necesidades del alma, la mayor parte de la gente espera a tener un infarto o una úlcera de estómago o a que su pareja le abandone o tenga lugar algún acontecimiento que trastorne su vida. Como seres humanos muchos hemos olvidado cómo jugar y simplemente ser. Todos los problemas que la vida adulta trae consigo -conservar el empleo, pagar facturas- acaban ampliándose y ocupando nuestra vida entera. Ya no hay muchos momentos para experimentar nuestras almas. Los niños experimentan sus almas a diario. Se puede notar en sus risas.
La pérdida del alma nos crea un vacío, y llenamos ese vacío viendo la televisión o trabajando más horas. Una decisión y compromiso para volver a conectar con nuestra alma es lo mismo que un cambio para mejor, ya sea dejar de fumar o empezar a comer de una manera más sana.
Desé cuenta de lo carente que está su vida de fuentes de placer, belleza y creatividad. Encuentre las partes silenciosas de sí mismo. Pregúntese qué le producía placer cuando era niño, aquello que hace años que no ha hecho. ¿Dibujar? ¿La jardinería? ¿La pesca? Cuando recobre o descubra algo que alimenta el alma y produce alegría, quiérase lo bastante como para dejarle sitio en su vida.
Todos hemos buscado fuera de nosotros mismos cosas que nos hiciesen felices, que nos animases cuando estábamos decaídos, pero la felicidad procede de nuestro interior. Para poner coto a las depresiones y llenar el vacío lo que necesitamos es trabajar nuestro interior. Nos ocurren cosas, claro está, pero es cómo reaccionamos a esas cosas lo que determina el nivel de felicidad de nuestro interior y del mundo que nos rodea. Somos libres para elegir soluciones a nuestros problemas. Nuestros problemas no son nosotros. No debemos tomarlos como algo personal. Lo que buscamos es la paz interior.

La Página de La Vida

martes

CONVERSACION DE MI ADULTA AMOROSA CON MI NIÑA INTERIOR



Estoy de orden en mi casa física y así a la vez ordeno mi casa mental. He encontrado esta conversación entre mi Adulta Amorosa y Mi Niña Interior fechada allá por 1998. Cuánto tiempo ha pasado ya. Cuánto he crecido. Cuánto he hablado con ella, cuánto hablo con ella. Y además tengo la buena noticia de que hasta que abandone este cuerpo, este templo maravilloso que tengo ahora, tengo mucho, mucho más que crecer.
Los Terapeutas utilizamos la técnica de escribir la pregunta con la mano derecha y contestar con la mano izquierda, muchos psicoanalistas afirman que es una forma de ponernos en contacto con nuestro subconsciente. El cerebro humano está compuesto por más de 100 mil millones de células. Cada hemisferio del cerebro tiene unas características y funciones diferentes. El hemisferio derecho es intuitivo, mientras que el izquierdo es analítico. Muchos de nosotros llamamos a esta herramienta o técnica: Conexión del Adulto Amoroso con el Niño Interior.

Os transcribo mi conversación. La letra cursiva corresponde a mi Niña.

-¿Qué edad tienes?
- Doce.

-¿Cómo te sientes?
-Incomoda.

-Está bien sentir, Puedes expresarlo, puedes sentirte segura conmigo, esta bien llorar, tener miedo. Me gustaría comprenderte mejor.
- Gracias por estar ahí porque me siento muy asustada y sola.

- ¿Cómo puedo ayudarte cuando te sientas así?
- No me dejes, necesito protección y palabras alentadoras.

-¿Qué necesitas?
- Encontrarte y tenerte siempre ahí, una palabra amable y qué me valores.

-Te quiero y me pondré en contacto contigo, cada vez que me necesites. No te abandonaré jamás.
 - Gracias Rosa. Ahora estoy mucho mejor, mas tranquila, sabiendo que siempre estarás conmigo. Te quiero tanto y te necesito tanto...

lunes

EL HOMBRE MAS FELIZ DEL PLANETA

 Texto extraido del Suplemento Magazin. El Mundo
Por David Jiménez
¿Una bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal. ¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas de sus libros a la caridad. ¿Quizá un matrimonio bien avenido o una excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al celibato y dice cumplirlo sin descuidos. En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este francés de 61 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más feliz. El más feliz.
Científicos de la Universidad de Wisconsin llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.
Los resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz). Matthieu Ricard logró -0.45, desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los registros anteriores y ganándose un título –«el hombre más feliz de la tierra»– que él mismo no termina de aceptar. ¿Está también la modestia ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que efectivamente la cantidad de «emociones positivas» que produce su cerebro está «muy lejos de los parámetros normales».
El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda?
Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. «La plasticidad de la mente», en palabras del científico estadounidense, cuyo estudio es el quinto más consultado por la comunidad investigadora internacional.
Los científicos han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. «La relación entre el córtex izquierdo y el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve para representar el temperamento de una persona», asegura Ricard, que durante sus resonancias magnéticas mostró una actividad inusual en su lado izquierdo.
Los neurocientíficos americanos no creen que sea casualidad que durante los estudios llevados a cabo por Davidson los mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes budistas que practican la meditación diariamente. Ricard lo explica en la capacidad de los religiosos de explotar esa «plasticidad cerebral» para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.
Éxtasis mental. Lograr el objetivo de la dicha no es fácil. Ricard ha escrito una decena de libros –estos días combina sus retiros espirituales con la promoción de su obra Happiness en el mundo anglosajón– y cientos de artículos tratando de mostrar el camino y, aunque la mayoría de sus obras se han convertido en éxitos editoriales, el propio autor descarta que su lectura garantice el éxito. Al igual que un logro en atletismo o en la vida laboral, el cambio sólo es posible con esfuerzo y tenacidad, pero Ricard asegura que todo habrá merecido la pena una vez se alcanza el estado de éxtasis mental que logran los elegidos. En su Defensa de la felicidad (Urano), la traducción de su último libro publicado en España, el monje explica cómo nuestra vida puede ser transformada incluso a través de variaciones mínimas en la manera en que manejamos nuestros pensamientos y «percibimos el mundo que nos rodea».
Es un viaje hacia el interior de uno mismo que Matthieu Ricard recorrió contra todo pronóstico. Nacido en París en 1946, el «monje feliz», como se le conoce en todo el mundo, creció en un ambiente ilustrado. Su padre, Jean-François Revel, fue un reconocido escritor, filósofo y miembro de la Academia Francesa que reúne a la elite intelectual del país galo. Su madre dedicó gran parte de su vida profesional a la pintura surrealista y tuvo un gran éxito antes de convertirse también ella en monja budista. Ricard vivió en su juventud los excesos propios del París de los años 60 y tras terminar sus estudios de secundaria se decidió por las ciencias. Hizo su doctorado en genética celular en el Instituto Pasteur de París y trabajó con el premio Nobel de medicina François Jacob. Parecía destinado a convertirse en uno de los grandes investigadores del campo de la biología cuando le dio a su padre el disgusto de su vida.
El estudio de textos budistas desencadenó una llamada espiritual que le llevó a dejarlo todo. Decidió que el laboratorio no era lo suyo y partió hacia el Himalaya para hacerse discípulo de Kangyur Rinpoche, un histórico maestro tibetano de la tradición Nyingma, la más ancestral escuela del budismo. Era 1972 y las próximas tres décadas de este francés de carácter suave y cultura exquisita –el único europeo que lee, habla y traduce el tibetano clásico– iban a ser dignas del mejor guión de una película.
Tras estudiar con los grandes maestros del budismo, pasar meses en retiros y recorrer los pueblos del Himalaya, conoció al Dalai Lama y en 1989 se convirtió en uno de sus principales asesores y en su traductor al francés. Su posición como mano derecha del Señor de la Compasión le ha convertido en la figura budista occidental más influyente del mundo y llevaron al gobierno francés a concederle la Orden Nacional Francesa.
La vida elegida por Ricard le enfrentó a los ideales en los que se había formado y al ateísmo de su padre. Ambos decidieron discutir sus diferencias en El monje y el fisólofo, un diálogo que sólo en Francia vendió 500.000 copias y en el que la búsqueda de la felicidad está presente en cada capítulo. «Tenía muchas esperanzas en su futuro profesional y me parecía una lástima que abandonara [su carrera científica]. Después me di cuenta de que había transferido su espíritu científico al estudio del budismo», decía el padre antes de morir, una vez hubo aceptado la elección de Matthieu.
La idea de Ricard de ofrecerse para los estudios de la mente que llevaba a cabo la Universidad de Wisconsin estuvo influenciada por el propio Dalai Lama, que durante años ha colaborado con científicos occidentales, facilitando el análisis cerebral de los monjes y su capacidad de aislar la mente durante las sesiones de meditación. Uno de los aspectos que más ha fascinado a los investigadores es la capacidad de los monjes de suprimir sentimientos que hasta ahora creíamos inevitables en la condición humana: el enfado, el odio o la avaricia. El estudio de sus cerebros demuestra una capacidad extraordinaria para controlar sus impulsos basados en el principio de que Buda no prometió a sus seguidores la salvación en el cielo, sólo el final de sus sufrimientos en la tierra si lograban controlar sus deseos. Para muchos ese ha sido uno de los puntos flacos del budismo: la limitación de las ambiciones personales y la pasividad.
Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. «Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si alguien entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: «Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza».
Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado nosotros en nuestra mente de forma artificial como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ése es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es «un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona». Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que «un pájaro cuando es liberado de su jaula».
Satisfacción filipina. Tampoco es necesario leer a este hijo adoptivo de Buda o retirarse a un templo en el Himalaya para comprobar que el «dinero no da la felicidad». Los habitantes de las barriadas pobres de Manila se muestran, a pesar de sus dificultades, aparentemente más contentos que los tiburones financieros de la vecina y multimillonaria Hong Kong. Cada vez que se hace una encuesta sobre felicidad global, los filipinos aparecen entre los pueblos más satisfechos. Ni la pobreza ni el hecho de que su país haya sido declarado el «lugar del mundo más afectado por los desastres naturales» por el Centro para la Investigación y Epidemiología de Desastres parecen afectar su visión positiva de la vida. Su intensa vida social y familiar compensa penurias privaciones. Los honkoneses, con una renta per cápita 20 veces mayor, aparecen sistemáticamente en los últimos lugares en los mismos sondeos de felicidad. La presión consumista, el estrés y el deterioro de las relaciones sociales figuran entre las causas de insatisfacción más citadas por los ciudadanos. Todo el desarrollo y el dinero del mundo no han logrado levantar el ánimo de la Nueva York de Asia.
Matthieu Ricard ve en resultados como éste la prueba de que cualquiera, no importa las desgracias que haya vivido, puede alcanzar la felicidad si cambia el chip mental que a menudo nos hace detenernos en los aspectos negativos de la existencia. Incluso la pérdida de los seres queridos puede sobrellevarse con relativa facilidad si se afronta la muerte desde una perspectiva nueva, menos centrada en su dramatismo. «Mi padre murió el año pasado a los 82 años. Como dependía tanto de su brillantez intelectual, cuando se vio limitado se desanimó», asegura el monje, para quien la muerte de quienes nos rodean debe ser aceptada como un paso más en el ciclo natural de la vida y no necesariamente como un episodio triste. «El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro hogar?».
Los investigadores que han estado analizando las emociones de Ricard creen que los resultados podrían servir para paliar enfermedades como la depresión y llevar a la gente a entrenar una mente saludable de la misma forma que hoy se acude al gimnasio a mejorar la forma física. Más aún, si como sugiere Ricard, una de las claves de la satisfacción personal es el control y la supresión de instintos negativos como el odio, y si existe una forma de limitarlos, estaríamos ante la posibilidad de mejorar la condición humana y enmendar sus peores defectos.
Por supuesto son muchos los que apuntan a la inocencia y la sobredosis de utopía que supone pensar en una aldea global en la que todo el mundo perdona a los demás y nadie se enfada con nadie, un mundo basado en las buenas maneras y sentimientos, sin guerras ni luchas de poder. El monje francés responde a quienes dudan con la pregunta que mejor define su visión de la vida: «¿Acaso quieres vivir una vida en la que tu felicidad dependa de otras personas?».
Matthieu Ricard no quiere. Por eso en lugar de una casa en la playa ha elegido una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen; por eso ha regalado los millones de euros procedentes de sus libros (se han vendido millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a una decena de lenguas); y quizá por eso ha evitado los conflictos propios de la vida matrimonial. El «hombre más feliz del mundo» no sugiere que todo el mundo haga lo mismo para encontrar la dicha. Sólo que aprendamos que la deseada casa de la playa, los millones en el banco o esa pareja tan atractiva tampoco nos conducirán a ella. Aprender a contentarnos con lo que tenemos quizá sí.
  • Vejez: Cuando la agudeza mental y la acción disminuyen, es tiempo de experimentar y manifestar cariño, afecto, amor y comprensión.
  • Muerte: Forma parte de la vida, rebelarse es ir contra la propia naturaleza de la existencia. Sólo hay un camino: aceptarla.
  • Soledad :existe una manera de no sentirse abandonado: percibir a todos los hombres como parte de nuestra familia.
  • Alegría: Está dentro de cada uno de nosotros. Sólo hay que mirar en nuestro interior, encontrarla y transmitirla.
  • Identidad: No es la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni la que proyectamos. Es nuestra naturaleza más profunda, ésa que nos hace ser buenos y cariñosos con quienes nos rodean.
  • Conflictos de pareja minimizarlos. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación.
  • Familia: Requiere el esfuerzo constante de cada uno de sus miembros, ser generoso y reducir nuestro nivel de exigencia.
  • Deterioro físico: Hay que aprender a valorarlo positivamente. Verlo como el principio de una nueva vida y no el principio del fin.
  • Relaciones sociales: Es más fácil estar de buen humor que discutir y enfadarse. Lo ideal es seguir siendo como somos y utilizar siempre que podamos la franqueza y la amabilidad.
  • Felicidad: Si la buscamos en el sitio equivocado, estaremos convencidos de que no existe cuando no la encontremos allí. 

jueves

TU LUZ


En cuanto caiga la noche, enciende tu lámpara. No permanezcas en la oscuridad. Enciende cuidadosamente tu lámpara. El viajero que pase dirá: "Cuánto reposo debe haber cerca de esa luz y cuánta paz". La mujer solitaria que la distinga de lejos pensará: "allí anida el amor; El niño que la contemple exclamará: "Tal vez hay niños alrededor de la mesa, y leen bellos cuentos y miran maravillosas estampas". El ladrón furtivo murmurará con recelo: "alli vive un hombre prevenido a quien no se puede atacar a mansalva". Muchos, al internarse en la selva, se sentirán confortados por tu luz. A las primeras sombras encender vuestra lampara que el Universo ha provisto a los caminantes de la vida".

martes

PARA MORGANA




Este Post de hoy especialmente va dirigido a mi amiga Mª José (Morgana) del blog El Laberinto de Mi Alma. TE AMO.


VISUALIZACIÓN

Amiga, ésta es una época de compasión y sanación. Diríjete a  tu interior y conecta con esa parte de tí que sabe cómo sanar. Es posible. Sabes que estás en un proceso de curación. Durante este periodo, descubriras tus capacidades curativas, que son fuertes y poderosas. Eres increíblemente capaz. Disponte a pasar a un nuevo nivel para sanarte de verdad en todos los niveles posibles. Eres espíritu, y por tanto, tienes la libertad de ayudarte y ayudar al mundo.


MUCHA LUZ



lunes

MANTENGO MI MUNDO INTERIOR EN PAZ



Porque me centro en mi paz interior, mi mundo exterior es pacífico. Aunque los demás puedan vivir en la discordia y el caos, nada de eso me afecta, porque declaro la paz para mí. En el Universo hay un gran orden y sosiego, que yo reflejo en cada momento de mi vida. Las estrellas y los planetas no necesitan intranquilizarse ni tener miedo para mantener su órbita en los cielos, y los pensamientos confusos tampoco me ayudan a llevar una existencia pacífica. Elijo expresar calma y sosiego, porque estoy en paz.

domingo

EL CUENTO DEL BAMBÚ JAPONÉS

Este cuento ha sido un regalo de Silvia del blog GAIA http://incognitagi.blogspot.com


GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.


"No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"...
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Tardó solo seis semanas crecer?.
No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

(Cuento Zen)

viernes

BARBA AZUL


 
En un solo ser humano hay muchos otros seres, todos con sus propios valores, motivos y estratagemas. Ciertas tecnologías psicológicas aconsejan detener a estos seres, contarlos, darles un nombre y ponerles unos arneses hasta obligarlos a avanzar con paso cansino como esclavos vencidos. Pero hacer eso equivale a detener el baile de los destellos salvajes en los ojos de una mujer y es como detener su relámpago e impedirle despedir chispas. Nuestra tarea no es corromper su belleza natural sino construir para todos estos seres una campiña salvaje en la que los artistas que haya entre ellos puedan crear sus obras, los amantes puedan amar y los sanadores puedan sanar.
Pero ¿qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están locos y con los que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay que dejarles sitio incluso a ellos, pero un sitio en el que se les pueda vigilar. Uno de ellos en particular, el más falso y el más poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata atención y actuación, pues se trata del depredador natural.
Si bien la causa de una considerable parte de los sufrimientos humanos se puede atribuir a la negligencia, hay también en el interior de la Psique un innato aspecto contra natura, una fuerza contraria a la naturaleza. El aspecto contra natura es contrario a lo positivo: es contrario al desarrollo, a la armonía y a lo salvaje. Es un sarcástico y asesino antagonista que llevamos dentro desde que nacemos y cuya misión, por muchos cuidados que nos presten nuestros padres, es la de tratar de convertir todas las encrucijadas en caminos cerrados.
Este poderoso depredador, aparece una y otra vez en los sueños de las mujeres y estalla en el mismo centro de sus planes más espirituales y significativos. Aísla a la mujer de su naturaleza instintiva. Y, una vez cumplido su propósito, la deja insensibilizada y sin fuerzas para mejorar su vida, con las ideas y los sueños tirados a sus pies y privados de aliento.
El cuento de Barba Azul se refiere a eso. En Estados Unidos las mejores versiones conocidas de Barba Azul son la francesa y la alemana. Pero yo prefiero mi versión literaria en la que se mezclan la francesa y la eslava, como la que me contó mi tía Kathé (pronunciado “Cati”) que vivía en Csíbrak, cerca de Dombovar, en Hungría. Entre nuestro grupo de campesinas narradoras de cuentos, el cuento de Barba Azul empieza con una anécdota acerca de alguien que conocía a alguien que conocía a alguien que había visto la horrible prueba de la muerte de Barba Azul. Y así empezaremos aquí.

Hay un trozo de barba que se conserva en el convento de las monjas blancas de las lejanas montañas. Nadie sabe cómo llegó al convento. Algunos dicen que fueron las monjas que enterraron lo que quedaba de su cuerpo, pues nadie más quería tocarlo. La razón de que las monjas conservaran semejante reliquia se desconoce, pero se trata de un hecho cierto. La amiga de mi amiga la ha visto con sus propios ojos. Dice que la barba es de color azul, añil para ser más exactos. Es tan azul como el oscuro hielo del lago, tan azul como la sombra de un agujero de noche. La barba la llevaba hace tiempo uno que, según dicen, era un mago frustrado, un gigante muy aficionado a las mujeres, un hombre llamado Barba Azul.
Dicen que cortejó a tres hermanas al mismo tiempo. Pero a ellas les daba miedo su extraña barba de tono azulado y se escondían cuando iba a verlas. En un intento de convencerlas de su amabilidad, las invitó a dar un paseo por el bosque. Se presentó con unos caballos adornados con cascabeles y cintas carmesí. Sentó a las hermanas y a su madre en las sillas de los caballos y los cinco se alejaron a medio galope hacia el bosque. Pasaron un día maravilloso cabalgando mientras los perros que los acompañaban corrían a su lado y por delante de ellos. Más tarde se detuvieron bajo un árbol gigantesco y Barba Azul deleitó a sus invitadas con unas historias deliciosas y las obsequió con manjares exquisitos.
Las hermanas empezaron a pensar “Bueno, a lo mejor, este Barba Azul no es tan malo como parece”.
Regresaron a casa comentando animadamente lo interesante que había sido la jornada y lo bien que se lo habían pasado. Sin embargo, las sospechas y los temores de las dos hermanas mayores no se disiparon, por lo que éstas decidieron no volver a ver a Barba Azul. En cambio, la hermana menor pensó que un hombre tan encantador no podía ser malo. Cuanto más trataba de convencerse, tanto menos horrible te parecía aquel hombre y tanto menos azul le parecía su barba.
Por consiguiente, cuando Barba Azul pidió su mano, ella aceptó. Pensó mucho en la proposición y le pareció que se iba a casar con un hombre muy elegante. Así pues, se casaron y se fueron, al castillo que el marido tenía en el bosque.
Un día él le dijo:
—Tengo que ausentarme durante algún tiempo. Si quieres, invita a tu familia a venir aquí. Puedes cabalgar por el bosque, ordenar a los cocineros que preparen un festín, puedes hacer lo que te apetezca y todo lo que desee tu corazón. Es más, aquí tienes mi llavero. Puedes abrir todas las puertas que quieras, las de las despensas, las de los cuartos del dinero, cualquier puerta del castillo, pero no utilices la llavecita que tiene estos adornos encima.
La esposa contestó:
—Me parece muy bien, haré lo que tú me pides. Vete tranquilo, mi querido esposo, y no tardes en regresar.
Así pues, él se fue y ella se quedó.
Sus hermanas fueron a visitarla y, como cualquier persona en su lugar, tuvieron curiosidad por saber qué quería el amo que se hiciera en su ausencia. La joven esposa se lo dijo alegremente.
—Dice que podemos hacer lo que queramos y entrar en cualquier estancia que deseemos menos en una. Pero no sé cuál es. Tengo una llave, pero no sé a qué puerta corresponde.
Las hermanas decidieron convertir en un juego la tarea de descubrir a qué puerta correspondía la llave. El castillo tenía tres pisos de altura con cien puertas en cada ala y, como había muchas llaves en el llavero, las hermanas fueron de puerta en puerta y se divirtieron muchísimo abriendo las puertas. Detrás de una puerta estaban las despensas de la cocina; detrás de otra, los cuartos donde se guardaba el dinero. Había toda suerte de riquezas y todo les parecía cada vez más Prodigioso. Al final, tras haber visto tantas maravillas, llegaron al sótano y, al fondo de un pasillo, se encontraron con una pared desnuda.
Estudiaron desconcertadas la última llave, la de los adornos encima.
—A lo mejor, esta llave no encaja en ningún sitio.
Mientras lo decían, oyeron un extraño ruido… “errrrrrrrr”. Asomaron la cabeza por la esquina y, ¡oh, prodigio!, vieron una puertecita que se estaba cerrando. Cuando trataron de volver abrirla, descubrieron que estaba firmemente cerrada con llave. Una de las hermanas gritó:
—¡Hermana, hermana, trae la llave! Ésta debe de ser la puerta de la misteriosa llavecita.
Sin pensarlo, una de las hermanas introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar. La cerradura chirrió y la puerta se abrió, pero dentro estaba todo tan oscuro que no se veía nada.
—Hermana, hermana, trae una vela. Encendieron una vela, contemplaron el interior de la estancia y las tres lanzaron un grito al unísono, pues dentro había un lodazal de sangre, por el suelo estaban diseminados los ennegrecidos huesos de unos cadáveres y en los rincones se veían unas calaveras amontonadas cual si fueran pirámides de manzanas.
Volvieron a cerrar la puerta de golpe, sacaron la llave de la cerradura y se apoyaron la una contra la otra, jadeando y respirando afanosamente. ¡Dios mío! ¡Dios mío!
La esposa contempló la llave y vio que estaba manchada de sangre. Horrorizada, intentó limpiarla con la falda de su vestido, pero la sangre no se iba.
—¡Oh, no! —gritó.
Cada una de sus hermanas tomó la llavecita y trató de limpiarla, pero no lo consiguió.
La esposa se guardó la llavecita en el bolsillo y corrió a la cocina. Al llegar allí, vio que su vestido blanco estaba manchado de rojo desde el bolsillo hasta el dobladillo, pues la llave estaba llorando lentamente gotas de sangre de color rojo oscuro.
—Rápido, dame un poco de crin de caballo —le ordenó a la cocinera.
Frotó la llave, pero ésta no dejaba de sangrar. De la llavecita brotaban gotas y más gotas de pura sangre roja.
La sacó fuera, la cubrió con ceniza de la cocina y la frotó enérgicamente. La acercó al calor para chamuscarla. La cubrió con telarañas para restañar la sangre, pero nada podía impedir aquel llanto.
—¿Qué voy a hacer? —gritó entre sollozos—. Ya lo sé. Esconderé la llavecita. La esconderé en el armarlo de la ropa. Cerraré la puerta. Esto es una pesadilla. Todo se arreglará.
Y eso fue lo que hizo.
El esposo regresó justo a la mañana siguiente, entró en el castillo y llamó a la esposa.
—¿Y bien? ¿Qué tal ha ido todo en mi ausencia?
—Ha ido todo muy bien, mi señor.
—¿Cómo están mis despensas? —preguntó el esposo con voz de trueno.
—Muy bien, mi señor.
—¿Y los cuartos del dinero? —rugió el esposo.
—Los cuartos del dinero están muy bien, mi señor.
—O sea que todo está bien, ¿no es cierto, esposa mía?
—Sí, todo está bien.
—En tal caso —dijo el esposo en voz baja—, será mejor que me devuelvas las llaves. —Le bastó un solo vistazo para darse cuenta de que faltaba una llave—. ¿Dónde está la llave más pequeña?
—La… la he perdido. Sí, la he perdido. Salí a pasear a caballo, se me cayó el llavero y debí de perder una llave.
—¿Qué hiciste con ella, mujer?
—No… no… me acuerdo.
—¡No me mientas! ¡Dime qué hiciste con la llave! —El esposo le acercó una mano al rostro como si quisiera acariciarle la mejilla, pero, en su lugar, la agarró por el cabello—. ¡Esposa infiel! —gritó, arrojándola al suelo—. Has estado en la habitación, ¿verdad?
Abrió el armarlo ropero y vio que de la llavecita colocada en el estante superior había manado sangre roja que manchaba todos los preciosos vestidos de seda que estaban colgados debajo.
—Pues ahora te toca a ti, señora mía —gritó, y llevándola a rastras por el pasillo bajó con ella al sótano hasta llegar a la terrible puerta.
Barba Azul se limitó a mirar la puerta con sus fieros ojos y ésta se abrió. Allí estaban los esqueletos de todas sus anteriores esposas.
—¡¡¡Ahora!!! —bramó.
Pero ella se agarró al marco de la puerta y le suplicó:
—¡Por favor! Te ruego que me permitas serenarme y prepararme para mi muerte. Dame un cuarto de hora antes de quitarme la vida para que pueda quedar en paz con Dios.
—Muy bien —rezongó el esposo—, te doy un cuarto de hora, pero procura estar preparada.
La esposa corrió a su cámara del piso de arriba y pidió a sus hermanas que salieran a lo alto de las murallas del castillo. Después se arrodilló para rezar, pero, en su lugar, llamó a sus hermanas.
—¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
—No vemos nada en la vasta llanura.
A cada momento preguntaba:
—¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
—Vemos un torbellino, puede que sea una polvareda.
Entretanto, Barba Azul ordenó a gritos a su mujer que bajara al sótano para decapitarla.
Ella volvió a preguntar:
—¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
Barba Azul volvió a llamar a gritos a su mujer y empezó a subir ruidosamente los peldaños de piedra.
Las hermanas contestaron:
—¡Sí, los vemos! Nuestros hermanos están aquí y acaban de entrar en el castillo.
Barba Azul avanzó por el pasillo en dirección a la cámara de su esposa.
—Vengo a buscarte —rugió.
Sus pisadas eran muy fuertes, tanto que las piedras del pasillo se desprendieron y la arena de la argamasa cayó al suelo.
Mientras Barba Azul entraba pesadamente en la estancia con las manos extendidas para agarrarla, los hermanos penetraron al galope en el castillo e irrumpieron en la estancia. Desde allí obligaron a Barba Azul a salir al parapeto, se acercaron a él con las espadas desenvainadas, empezaron a dar tajos a diestro y siniestro, lo derribaron al suelo y, al final, lo mataron, de) ando su sangre y sus despojos para los buitres.

Clarissa Pinkola Estés
Mujeres que corren con los lobos

miércoles

"EL SER NO HACE, ES"



 Rios de aguas vivas
Manuela Carrión

Hacer desde la no-acción es un arte que surge de la consciencia. Significa obrar con tranquilidad, sin desasosiego, siendo plenamente concientes de todos los movimientos, tanto físicos como emocionales y mentales. Obrar con tranquilidad en todos los órdenes de la vida, sin inquietud, brusquedad o violencia, es un elemento imprescindible de esta forma de vivir que llamamos espiritual.

Otro aspecto del hacer desde la no-acción es la ligereza, que es como la virtud de no cargar de contenidos densos el significado de los sucesos en los que somos protagonistas –tanto si son felices como si son funestos- así como la capacidad de discernir adecuadamente entre aquello que es importante y lo que no lo es o de separar lo fundamental de lo accesorio. Es obvio que esta separación, realizada desde un cierto nivel de consciencia, invita necesariamente a ser liviano ya que, en realidad, aquello que es realmente importante es capaz de llevarlo dentro de sí misma una persona que vive espiritualmente.

Observando la conducta humana, se evidencia de inmediato la profunda tendencia que tiene el ser humano a complicar las cosas, lo cual está íntimamente ligado a su asombrosa capacidad para perjudicarse a sí mismo. Si la sencillez es virtud de gestionar la vida con la menor inversión de tiempo, esfuerzo, energía y medios posibles, podremos observar que el beneficio se multiplica en proporción directa a la reducción de la complejidad. Además, la virtud de la sencillez carece de artificio y de ostentación.

Aunque no tiene que ver con la pasividad o la inactividad, hacer desde la no-acción es el arte de permitir que las cosas sucedan siguiendo el flujo natural de la existencia, actuando de forma espontánea y de acuerdo al momento presente. El no obrar es, muchas veces, la máxima expresión de la acción, pues se deja de obrar la acción artificiosa, calculada, e interesada. Hacer desde la no-acción significa realizar la acción sin ansiedad, tensión o cálculo y, sobre todo, sin interés respecto a los resultados. Es, en definitiva una acción auténtica y que brota de lo más profundo del ser, dejando al margen todas las artificiosas necesidades del ego.

De entre las características que definen el hacer desde la no-acción, la acción libre de objetivos representa el factor más significativo. Todos los elementos de previsión, deseo, necesidad, cálculo y manipulación surgen del ego, y todo el flujo de intenciones y de objetivos que éste expresa tienen como objetivo que demos respuesta al irreal y complejo mundo que el mismo ego nos hace ver, y con ello poder alimentarse.

Si el ser humano hiciera desde la no-acción y le quitara con ello al ego la posibilidad de “hacer”, esa inactividad iría debilitándolo paulatinamente. Nuestra energía no debe estar al servicio del ego, empleándola para disfrazar sus carencias, satisfacer sus necesidades o proteger de sus miedos, sino ponerla al servicio del ser. Y es en este momento cuando es posible que se establezca el tránsito mágico que va desde el hacer al no-hacer, pues el ser no hace, es.

Con esta manera espiritual de vivir, al ser humano le desaparecen las ataduras y se transforma en una plena manifestación de poder superior, y sus actos, por su propia naturaleza, están ya siempre al servicio del plan divino.

Otro aspecto importante a considerar asociado al hacer desde la no-acción es el de la no-excitación. Habitualmente, la excitación es el punto de partida de la mayoría de nuestros actos: excitación sensorial, sexual, emocional, mental, intelectual, etcétera. De hecho, una de las causas principales de la infelicidad humana reside en la búsqueda incesante de nuevas fuentes de excitación, es decir, de estímulos exteriores susceptibles de crear reacciones en nosotros. Pero esta facultad reactiva, si bien supone una enorme fuente de aprendizaje necesaria, es capaz de convertirse, incorrectamente utilizada, en la mayor responsable de nuestra falta de libertad. Un toro bravo, siempre excitado, puede ser el ejemplo que ilustre la enorme capacidad de manipulación que la excitación es capaz de provocar en el ser humano.

Los mejores argumentos y herramientas que podemos manejar para no caer de la terrible servidumbre que supone la excitación son la indiferencia y desafectación frente a lo superfluo, lo estúpido o las múltiples y variadas “muletas” que la vida diaria nos presenta como excitantes engaños que nos conducen de un lado a otro, creyendo además que ejercemos nuestra voluntad, cuando en realidad sólo respondemos mecánicamente a un juego de reacciones que nos abocarán la mayoría de las veces hacia el dolor.

La Página de la Vida

lunes

¿POR QUÉ AGUARDAS CON IMPACIENCIA?


¿Por qué aguardas con impaciencias las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es tambien aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán, vendrán a tiempo.¿Crees tú que el destino se equivoca? ¿Piensas que el manzano dará una manzana menos de las que debe dar en la estación? ¿Imaginas que va a olvidar el rosal alguna rosa?. La espuela de tu deseo sería como el afán de esos industriales que maduran la fruta a destiempo para más pronto enviarla a los mercados. Sería como el ansia del niño que bebe limonada antes de que acabe de disolverse el azúcar. "Y no puedo vivir sin esto", dices. Dí más bien: "no puedo vivir con este deseo". Si escondes tu ansiedad en lo hondo de tu corazón y sólo dejas que asome una quieta, dulce y suspiradora esperanza, más pronto de lo que imaginas lo soñado llegará sonriendo y te dira: AQUI ESTOY.

miércoles

LA LLAVE





¡Qué maravillosa es la llave de oro que cierra cuidadosamente la puerta del castillo donde viven los fantasmas!...
Si sabes usarla, si tienes cuidado de que esta puerta en determinados momentos no se abra, por más que desde dentro el tumulto de las tristezas, de los temores, de las preocupaciones, de la pasión de ánimo, quisiera forzarla, ¡cuánta sería tu paz y cuán permanente tu alegría!.
Al principio es muy dificil cerrar esta puerta: los fantasmas negros tiran de las hojas con toda su fuerza; logran mantenerlas entreabiertas, y se van colando por allí e invaden el campo de tu alma, y arrancan de él las santas flores de la alegría.
Pero la gimnasia se va haciendo cada vez más fácil y segura. Se adquiere una gran agilidad; sorprender enseguida los movimientos astutos de la turba negra y acabas por cinfinarla definitivamente en el castillo de la pena, de las imaginaciones dolorosas, de los miedos sin razón, de las angustías sin objeto...
Lo esencial es ser rápido en los movimientos. En cuanto notes que se quiere colar algún fantasma, examina la cerradura, da dos vueltas a la llave y vuelve la espalda.
El fantasma será insinuante, expresivo.
Pretenderá decirte muchas cosas. No hagas caso de sus invitaciones, de sus solicitudes, de sus argucias, de su llanto; lo que él quiere es envenenarte el día.
Dirás a caso que con tener condenada la puerta del castillo escaparías para siempre... Más te advierto que en ese castillo moran también las imaginaciones alegres, los pensamientos joviales que nos hacen llevadero el camino y la ciencia está en dejar a estos libre la puerta e impedir a los otros la salida...
¡Qué admirable es la llave de oro que cierra cuidadosamente a su tiempo la puerta del castillo donde viven los fantasmas!.

lunes

COMUNICACIÓN-PAREJA





El texto que a continuación transcribo es de mi compañero Hay Teacher Carlos Ocho.
Gracias, compañero de viaje.  Gracias infinitas, Carlos.



"Hoy vengo con fuerza:
 
Hablemos de comunicación.
 
Si un español intenta hablar con un inglés, y ninguno de los dos saben el idioma del otro, no creo que puedan llegar a comunicarse, no? Y si un hombre intenta hablar con un perro, tampoco creo que lo consiga, cierto?
En estos ejemplos, ¿que podríamos hacer para solucionarlo? Ya hace años, que el primer ejemplo se solucionó, y se dieron cuenta de la importancia del lenguaje, los idiomas, y así poder relacionarse mejor con las palabras adecuadas. La comunicación no verbal puede ayudar mucho, pero no en todos los casos, y aun menos en el tiempo.
En el segundo ejemplo, está claro que no hay nada que hacer, a no ser que adiestremos a nuestro perro en una Camada, y entonces aprenderíamos el nuevo lenguaje para que se puedan comunicar entre ambos.

La cuestión es que hay un interés, al menos, por alguna de las partes, normalmente de ambas, por querer comunicarse y saber qué necesita para poder llegar a ello. En estos casos: aprender un nuevo idioma, o técnicas de adiestramiento.


También es conocido, que muchos actores que interpretan a personajes muy complicados, ya que provienen de otros paises y con otras jergas y maneras de expresarse, se tienen que esforzar en aprenderlo para que asi puedan comunicar con ellos, y posteriormente, quien lo vea, pueda dar una buena validación de ello.


También es sabido, que si alguien se tiene que meter en una mafia o una banda callejera, tendrá que aprender, casi siempre por voluntad propia, las costumbres para ser aceptado, si más no, de estar en sintonía con el grupo.


Y así mil y un casos posibles, que demuestran que para evolucionar en la comunicación entre dos o más personas, lo más importante son las ganas, el preguntar, el saber cómo hacer, y continuar aprendiendo. Y ahora viene la pregunta... Si tan obvio lo vemos en algunos casos, como los mencionados, ¿por qué no lo hacemos en nuestras relaciones más intimas? ¿Por qué?


A día de hoy, uno de los principales problemas en las relaciones de pareja es la comunicación. Cantidades inmensas de libros hablan de la comunicación, de que es imposible no comunicar, de la importancia de preguntar... etc... Y ahora me viene lo que dijo mi profesor de Tantra en el Master, Hari Dass: ¿trabajais en vosotros el saber qué le gusta a tu pareja?


¡Buena pregunta!


Es decir, somos capaces de aprender por voluntad propia, muchíssimas cosas... pero en temas de pareja, parece que nos olvidamos. Nos olvidamos de preguntar qué le gusta más, de preguntar cosas simples, de preguntar si esto lo ve bien o lo ve mal (sin acuse y sin reproche), así como de saber y recordar, entre esas preguntas, si en realidad estoy dando a mi pareja que solo viene de mi, o también hago cosas que nutran la relación.


No se trata de qué puedo hacer para que mi pareja sea feliz. ¡No es eso! Ahí ya saldrían lazos de codependencia... y no seria nada bueno. Sino de saber, qué cosas le gustan a tu pareja, y aunque algunas de ellas no vayan contigo, hagas el esfuerzo, llevado dsd el amor por la relación, el amor por él o ella, para que ambos os sintais felices. Por que... ¿no te hace feliz ver a tu pareja sonriendo, feliz o sorprendida por algo bueno? Eso a uno mismo también le nutre, hasta casi siempre, hasta más!!!


Pero no, muchas parejas siguen quedándose en un rol pasivo, o medio activo... haciendo que la relación se desnutra poco a poco. Hasta llegar a la monotonía, aburrimiento... y podríamos ir sumando en negativo. ¿Es ese tu caso? ¿Qué opinas?


Se trata de saber qué está en nuestra mano para poder nutrir la relación, ya que eso si que depende de nosotros. Nunca intentar cambiar al otro. Predicar con el ejemplo.


¿Cuanta energía nutritiva dedicas al día en tu relación? ¿Cuanto tiempo inviertes en desnutrirla? ¿Qué tal la balanza? ¿Cómo está?


Tal vez ya lo das todo por hecho y te olvidas de que es como una planta y se tiene que regar. Si yo me compro una planta, miraré qué necesita para que esté lo mejor posible. Ella de por si ya está llena de luz, y no es mi deber hacerme cargo de ello, pero si con mis palabras, preguntas, acciones, apoyo y sentimiento, le doy un poco más, eso nos hará felices a ambos. La planta también puede ser un buen ejemplo de apego, pues si la riegas demasiado esta se muere. Al igual que si dejas de enforcarte en ella, también se muere.


Repito, no se trata de que ahora hagamos un test a nuestra pareja, o futura pareja, y que nos esmeremos en hacerla feliz. Hay que vigilar: es fina la línea que separaría el apego de una nutrición sana. Pero tampoco caigamos en la pasividad, en qué ya no dediquemos al día varios momentos en nutrir la relación, ya sea con un verdadero abrazo, recordarle lo mucho que le quieres, una flor, un detalle....


Ei!!!! A quien teneis que conocer es a vuestra pareja y saber qué le gusta. Así como los primeros ejemplos lo hacían desde su voluntad interior, y no desde la obligación."