¿Cómo puede el mismo mundo que proporciona tanta alegría, seguridad, plenitud y continuidad a una persona, engendrar angustia, agresividad, repulsión y un alto nivel de miedo en otra? Lo que vemos y percibimos es lo que proyectamos de nuestra propia mente.
Comprometerse es conectarse de una manera sincera con otra persona o personas, con una causa, un ideal o un propósito. Es darse, alinearse con alguien o algo. Un compromiso consiste en dar tiempo, energía, talento y/o emociones a alguien o algo. Es decir, es un acto voluntario.
En el polo opuesto, el compromiso se refiere también a la prisión de una persona. Esto es casi siempre un acto involuntario en el que la persona no se compromete pero se ve comprometida por otra persona. Este compromiso no es una elección.
Mirando los compromisos desde estas perspectivas opuestas, debe extrañar que muchos de nosotros nos confundamos al respecto. En las relaciones nos haremos una pregunta subconscientemente “¿Tomo voluntariamente esta decisión o me instan, manejan u obligan a comprometerme en algo que yo no hubiera elegido?
Quizás la confusión nace del hecho de que confundamos compromiso con la renuncia al poder personal. Cuando nos comprometemos confiamos a otra persona una parte de nosotros. Cuando sentimos temores, nuestros egos tratan de convencernos de que cometemos un error y que la otra persona ahora puede controlar nuestras vidas. Aún en las situaciones más amorosas, este temor a ser controlado tiene influencia en nuestra visión de futuro.
Uno de los problemas que nos planteamos cuando nos comprometemos es que casi todos nos sentimos culpables porque ya fracasamos en compromisos previos. Pero hay que tener en cuenta que los nuevos compromisos tienen que estar en el presente más que en el futuro, el verdadero compromiso se renueva en cada momento del día. Tiene que vivirse en el día a día, así el presente se mezcla con el futuro hasta que descubrimos que cumplimos el compromiso.
Compromiso es una palabra que expresa todo o nada. No funciona como algo que puede “cumplirse a veces”. Comprometernos a amar y a seguir a nuestro Maestro Interior es quizás el compromiso más serio que nos hacemos. Cuando tenemos como objetivo la paz mental, tenemos éxito porque nuestros compromisos no dependen de nadie ni de nada más. Entonces vemos qué otras cosas queremos lograr, cuáles son nuestras “intenciones”. No hay condiciones. Cuando se trata de aceptar el amor incondicional de la maravillosa fuente que nos creó, no queda lugar para preguntas ni dudas.. Y ASI ES
MUCHO AMOR Y MUCHA LUZ
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