Da igual que quien te haga sufrir o te amarga la vida sea un amigo, un novio, tu hermano, tu esposo, el jefe, la jefa, un cliente, el compañero de trabajo o el vecino; lo grave para ti es que los efectos de sus palabras y acciones siguen envenenándote con tu toxicidad horas, días, semanas y meses después. Ocupan tu mente, te estresan y agobian y activan sus emociones negativas.
1.- El gran dominador o “Terminador” emocional. Él es el que vale, el inteligente e imprescindible, y solamente él. Nadie está a su altura. Menos mal que un día la humanidad tuvo la gran suerte de que apareciera él (o ella), el verdadero salvador. Siempre parece decirse a sí mismo: “Dios tiene que pedirme permiso a mí para existir”.
Tratamiento: mantente frío e inalterable; jamás reacciones a sus provocaciones y, si puedes, evítalas y déjalas con su orgullo.
2.- El perfeccionista histérico: Está eternamente insatisfecho y resulta imposible de contentar. Es un buscador de errores y, si no los hay, los inventa, no sabe vivir ni disfrutar de nada. Maniático del orden.
Tratamiento: dejarle que siga con sus deseos de perfección y desearle suerte, pero recordándole que tú prefieres vivir, disfrutar de la vida sin perder tanto tiempo en afilar el lápiz para lograr la punta perfecta, porque a fin de cuentas se rompe. Mantente siempre en calma y con sentido del humor.
3.- El prisas estresado, que siempre va como una moto. “Este trabajo era para anteayer”, te dice mientras se va haciendo el nudo de la corbata y mete el brazo por una de las mangas de la chaqueta. No sabe establecer prioridades y por más que se estresa, lo hace todo a la carrera y trae a todo el mundo loco en su derredor.
Tratamiento: calmarle y enseñarle a establecer prioridades. Hay que hacerlo con un poco de tacto, siempre que sea humilde, y hay que tratar de descargarle un poco de responsabilidades para que se alivie, aprenda y no se infarte tan pronto. Si no te hace caso y sigue empeñado en seguir matándose a ese ritmo, lo mejor es que te apartes de él.
4.-El graciosillo ridiculizador. Inmaduro e infantil, lleno de complejos, con pocas luces pero oque por enchufe, por suerte o porque le ha tocado la lotería dispone de un poder, cargo o situación que le viene grande a su insignificancia mental y psíquica (y a veces incluso física). Poner en ridículo a sus subordinados y empleados, sobre todo si destacan por su inteligencia, cualidades morales o belleza física, le sube la adrenalina y le hace sentirse superior. Sabe perfectamente que es un pobre necio y compensa su escasa inteligencia pretendiendo hacer gracietas y chistes sobre los demás.
Tratamiento: mantener siempre ante él (o ella) la firmeza de carácter y la autoestima bien alta, sabiendo que cuanto más pretende hacerse el gracioso, más miserable y ridículo se manifiesta. Por dignidad e higiene mental, no caer en la tentación de reírle las gracias.
5.- El pulpo abrazafarolas. Te inunda de alabanzas que sabes que no mereces porque no te conoce. Te coloca la alfombra roja y te endulza con la nata suave de las adulaciones. La pregunta es ¿qué busca de ti? ¿Por qué se convierte de manera tan espontánea en tu alfombra?. Las toxinas que rezuma son: egoísmo e interés refinado, hipocresía, aviesas intenciones, sutil “amor”, veneración falsa y afecto de lobo feroz que se oculta tras la piel de inofensivo cordero.
Tratamiento: no aceptar ninguna de sus alabanzas y halagos y alejarse lo antes posible de su lado diciéndole que todas esas lindezas deberá ofrecerlas a quien realmente las merezca, porque a uno no le van, no las entiende y no quiere saber lo que pretende su emisor.
6.- El cotilla correveidile. Que te cuenta todas las intimidades, miserias y secretos de alcoba de los demás para sonsacarte más fácilmente los tuyos o los de otras personas. Su “alimento” diario en lo intelectual y emocional es el puro morbo de traer y llevar miserias humanas, que cuanto más pestilentes y vergonzantes sean, mas difrutadoras le parecen y más le ponen.
Tratamiento: hacerle reflexionar sobre sus carencias y deficiencias, pues dedica el tiempo a ver las de los demás, en lugar de disfrutar de la vida.
7.- El hombre de hielo, alexitímico (incapaz de expresar sus emociones e identificarlas), altivo, distante, de pocas palabras, que te mira desde su atalaya como un dios que te vigila y controla tus movimientos. Cuando estés ante su presencia tienes miedo de no ir bien vestido, de no decir la palabra adecuada, de que puedas hacer algún comentario inconveniente.
Tratamiento: tratarle como un ser débil que necesita impresionar y dejarle claro que conocemos su debilidad, su máscara y su truco, y que no sólo no nos impresiona, sino que nos causa compasión.
8.- El calumniador bocazas. Es un irreflexivo, muy primario a quien se le calienta la boca con tanta frecuencia que por donde pisa se va creando problemas y enemigos. Todo lo critica y de nadie se fía. Destila maldad en sus palabras de forma casi constante. No sabe hablar sin insultar, pero además no se priva de apuñalar por la espalda y de calumniar hasta a las personas mas entrañables de su entorno.
Tratamiento: hay que mantenerse con firmeza de carácter y con la autoestima muy alta, al tiempo que se le deja claro que su actitud es completamente primaria y estúpida, porque en lugar de invertir su valioso tiempo en disfrutar de la vida y de sus calidades y bondades, lo gasta inútilmente en tratar de dañar a sus semejantes.
9.- El seductor, encantador de serpientes, que sabe muy bien venderse a sí mismo, una veces impresionando con sus encantos o con su intelectualidad. Es un malabarista de las emociones, con las que sabe hacer virguerías para poner a los demás a su servicio, de su lado y con verdadera pasión de forofos. Todo seductor necesita de sus hinchas, y los tiene por doquier. San Agustín dijo: “Ama y haz lo que quieras”, mientras el seductor piensa: “Adula y el mundo será tuyo”. Crean dependencia afectiva, pone en las nubes del Olimpo al más humilde de los mortales y le hace sentirse un dios.
Tratamiento: tocar tierra, bajar a la realidad de lo que somos y descubrir lo que pretende el seductor, poniendo las cartas boca arriba y dejándole claro que no somos memos y sabemos lo que busca. Una vez que se vea descubierto en sus artimañas, lo más probable es que cambie de táctica y de persona a quien seducir.
10.- El penas Jeremías, siempre con la lágrima puesta. Va de mártir por la vida, da pena, suscita compasión por doquier y llora ante la persona adecuada. Al dejarnos impresionar por sus penas y hacernos cargo de sus problemas, les impedimos que aprendar a ser fuertes y a responsabilizarse de sí mismos.
Tratamiento: está claro que la medicina que necesita es la de hacerle ver la realidad. Hay que ayudarle a salir de la comodidad de la pena, del tanto. Es preciso entrenarle en tomar decisiones y responsabilizarse de si mismo.
11.-El pájaro de mal agüero, siempre portador de malas noticias, desdichas y catástrofes. No lo hace por maldad, es que poraliza todo lo negativo con una facilidad increíble. Atraen para sí y para los demás todo tipo de problemas, desgracias y mala suerte. No sabe tener ojos para lo bueno y divertido de la vida.
Tratamiento: lo más aconsejable es apartarse y si no es posible decirle claramente que si no tiene ninguna noticia positiva, alegre o divertida que darnos, preferimos que se quede para sí todas las desgracias, penas y maldades que pretende contarnos, porque nos enferma cada vez que abre la boca.
12.- El aguafiestas patoso. Siempre da la nota. No importa la situación ni el lugar porque allí estará el aguafiestas para trastocarlo todo con su falta de tacto, sus imprudencias y su no saber estar. Puede dejarte en evidencia ante cualquiera, airear intimidades, marcharse antes de tiempo de una reunión, ponerse pesado con sus piropos, contar historias y batallitas personales que a nadie le interesan ante un público y en lugares en los que tú tenías verdadero interés en que esa persona no diera la nota.
Tratamiento: lo mejor es no sacarles de casa, y si lo hacemos, que sea a lugares conocidos y ante personas que ya saben como es.
13.- El listillo sabelotodo. Sea cual sea el tema que abordes, siempre sabe mucho más y tiene que darte lecciones de lo que sea.
Tratamiento: Hay que escucharle por respeto ala principio, pero después hay que salir rápidamente de su radio de acción y darle a entender que su sabiduría y sus conocimientos nos abruman.
14.- El pavisoso mosquita muerta o la mosca convertida en tarántula. Se hace le tonto, va de pobrecito por la vida, se gana tu amistad, le abres tu corazón. Sin embargo, “quién tiene tus secretos tiene tu libertad”. Después de mosquita se convierte en tarántula venenosa. Estás en sus redes, bajo su control, y ahora disfruta viendo el pánico reflejado en tu rostro, indefenso y sin armas para defenderte, porque todas las tiene en su poder.
Tratamiento: escapar de sus garras como sea. Lo peor es tenerle miedo, manifestar que se da todo por perdido. Lo mejor es prevenir y echar a correr en cuanto se nos cruce en nuestro camino, pero si estamos ya bajo sus redes y nos ha intoxicado, no queda otra salida que escapar como sea.
15.- Hiena sanguinaria. Es como una mantis religiosa, una sanguijuela, un virus letal. Es el espécimen más peligroso, es la esencial del mar, porque se regodean con el mal que causan a quienes precisamente les aman y les dan todo. No es posible crear anticuerpos corren un grave peligro de enloquecer e incluso de intentar quitarse la vida.
NOTA DE LA AUTORA DEL BLOG: Te recuerdo que somos imperfectos como humanos, si te sientes identificado con alguno de los roles anteriormente expuestos, nunca es tarde para cambiarlos si verdaderamente quieres puedes. Si tomas consciencia de ellos y no te gusta algún aspecto de tu personalidad, te recomiendo te pongas en contacto con algún profesional que pueda facilitarte herramientas para que se puedan producir los cambios.
5 comentarios:
Creo que todos tenéis algo de cada uno, menos yo, que soy perfecto.
Bonito glosario de seres perfectamente identificables.
Yo creo que todos nosotros nos hemos visto identificados alguna vez con algunas o varias de estas personalidades, pero además creo que muchas personas son mezclas de varios de estos subtipos. Lo importante es saber rectificar en lo nuestro y cuando nos encontremos con personas de estos tipos (obviamente casi todos por no decir todos tenemos gente tóxica cerca), aprender de ellos las lecciones convenientes pero sin dejar que lleguen a influirnos de forma muy negativa. Un beso.
Parece más un texto mencionando al tipo de tío que te encuentras una noche en una discoteca intentando ligar con una mujer jajajaj
En 24 horas que tiene un día, todos somos un poco de todo, contri más no digamos al cabo de una semana. Sinceramente, ami me gusta vivir y dejarme fluir... si me tengo que parar a pensar a cada instante como soy y como me estoy comportando... APAGA Y VAMONOS.
De todas formas...me he reido un monton!!! jajaja
Hombre, aunque no sea nuestra intención, un poquito de alguna de estas personalidades aflora de vez en cuando...yo sobre todo soy una maniática del orden (les vuelvo locos a todos en casa !!!!!!!), pero aún así me quieren un montón, porque yo sí que disfruto de la vida, y no soy difícil de contentar :-)
Se me da muy mal catalogar al prójimo y ponerme a ello me resulta especialmente tedioso. Sospecho que lo que se traduce es mi incapacidad para encontrar el lugar desde el que hacerlo. Pues, en efecto, me confieso desubicado para este ejercicio de análisis taxonómico.
Por eso me parece curioso cuanto nos dice y aconseja y ello me recuerda la máxima de que no hace daño quien quiere sino quien puede. Poner el ojo en mis vulnerabilidades personales sí que me resulta en cambio un ejercicio imprescindible, previo a la necesaria cartografía en la gestión del riesgo personal del vivir.
Un cordial abrazo.
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