BIENVENIDOS AL MARAVILLOSO VIAJE HACIA EL AUTO-DESCUBRIMIENTO, AL REENCUENTRO CONTIGO MISM@. MUCHO AMOR Y MUCHA LUZ
SUMANDO CORAZONES
BIENVENIDOS A ESTA NUESTRA ESCUELA DE VIDA
CANTO Y GRITO FUERTEMENTE A LA FUGACIDAD DE LA VIDA, DE AHÍ MI PASIÓN POR VIVIR SÓLO DE LO ÚNICO QUE POSEO CERTERAMENTE: EL INSTANTE .
LA AUTO-DEMOSTRACIÓN DE UNA BUENA AUTOESTIMA, DEL AUTO-REENCUENTRO, NO SE DA NORMALMENTE EN DÍAS SOLEADOS, ESA SITUACIÓN ES DEMASIADO SENCILLA, PARA RECONOCER Y RE-NACER EN LA LUZ HAY QUE SUMERGIRSE PRIMERO EN LA OSCURIDAD, ES AHÍ DONDE HAY QUE SER CONSCIENTE DE NUESTRA FUERZA, PARA ASÍ PODER TOMAR EL IMPULSO NECESARIO PARA LLEGAR A ACARICIAR A LAS ESTRELLAS.
TODOS VUESTROS COMENTARIOS ACARICIAN MI SER, MI ESENCIA, MI ALMA, MI TODA YO. SOIS AMOR... GRACIAS DESDE LO MAS PROFUNDO DE MI CORAZON..
Guerrer@s de Luz - Los autentic@s dueños de este blog
Huellas
jueves
LA ALEGRIA ES UNA DECISION
lunes
ABRAZAR UN ARBOL
En la enfermedad y en las preocupaciones, nuestros antepasados buscaban un árbol para abrazarse a su tronco, para transmitirle sus angustias y sus problemas y recibir, a cambio, su fuerza. Entonces sentían que el árbol era mucho más que un ser inerte y que por su tronco fluía la savia que da energía a aquel que busca su consuelo. Los jóvenes enamorados buscaban el tilo para confiar sus intimidades amorosas porque representaba el vigor de Venus. Los hombres que iban a la guerra abrazaban al roble porque éste simbolizaba al dios Marte y las personas que no tenían confianza en sí mismas acudían al abedul, que estaba bajo la protección de Mercurio.
No soy la única, hoy en día, se ha puesto de moda abrazar a un árbol en los momentos de soledad y tristeza. Si alguien piensa que es una práctica ridícula, le recomendaría que lo practicara se trata de una terapia sumamente positiva.
A veces las leyendas se han encargado de recordarnos que un árbol estaba ligado a la vida de moraba en su interior, sino la de ese pueblo u hombre al que fue consagrado. Según el etnólogo rumano Mircea Eliade, "el hecho de que una raza descienda de una especie vegetal presupone que la fuente de la vida se halla concentrada en ese vegetal; por tanto, la especie humana se encuentra allí, en estado potencial, en forma de germen, de semilla". Es el caso de las tribus meos de Tailandia y Birmania, los tagalos de las islas Filipinas o los ainos del Japón, los cuales creen que provienen de un bambú o de una mimosa.En algunos pueblos papúas (en Melanesia) unen la vida de un recién nacido con la de un árbol introduciendo una pequeña guija en la corteza de este último. Después de un nacimiento, los maoríes de Nueva Zelanda solían enterrar el cordón umbilical en un lugar sagrado y plantar encima un renuevo o retoño. En su paulatino crecimiento, el árbol era un tohu oranga, es decir, un signo de la vida del niño: si el árbol prosperaba o se marchitaba, el niño seguía igual suerte. Entre los dayaks de Landak y Tajan, distritos de la Isla de Borneo (Indonesia), plantan un árbol frutal por cada niño y, según la creencia popular, el espíritu o hado de la criatura estará ligado con el del árbol.
Pero esta asociación no es sólo patrimonio de culturas ancestrales, sino que en muchos países de Europa han hecho lo mismo, confiando que el árbol crecerá al compás del pequeño. La costumbre todavía perdura en el cantón de Aargau, en Suiza: cuando nace un niño plantan un manzano y si es una niña, un peral.
Muchos opinaran que todo es una cuestión de creencias, pero éstas son las que mueven el mundo. Cuenta Marco Polo que el emperador chino Kubilai Kan (nieto de Gengis Kan) ordenó plantar árboles por todo su imperio con suma satisfacción porque sus astrólogos y adivinos le habían asegurado que quien esto hiciese tendría una larga vida. Vivió 80 años (y hablamos del siglo XIII).
Prueba, te lo recomiendo, es maravilloso.
Información histórica extraída de Jesús Callejo.
domingo
DESEOS PARA EL 2010
sábado
REFLEXION
nuestro vecino.
especial.
hacerlo.
viernes
miércoles
VERBO CREER
martes
CUENTO PARA DESPERTAR
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales.
Todo era alegría en el jardín; y todos ellos estaban muy satisfechos y felices. Excepto por un solo árbol, profundamente triste.
El pobre tenía un problema: no daba frutos. "No sé quién soy," se lamentaba.
- Lo que te falta es concentración,- le decía el manzano,- si realmente lo intentas, podrás tener deliciosas manzanas. ¿Ves que fácil es?
- No lo escuches,- exigía el rosal.- Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?
Y desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
-No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. ES tu enfoque lo que te hace sufrir.
"No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo. Conócete a ti mismo como eres. Y para lograr esto, escucha tu voz interior." Y dicho esto, el búho se fue.
"¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? " Se preguntaba el árbol desesperado. Y se puso a meditar esos conceptos.
Finalmente, de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior diciéndole:
"Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros y belleza al paisaje. Eso es quién eres. ¡Sé lo que eres! Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces todo el jardín fue completamente feliz, cada quien celebrándose a sí mismo.
lunes
Y qué bueno que así sea.
Las lágrimas rara vez hacen mal.
Son siempre una catarsis, una liberación, una forma de decir que nadie es auto-suficiente.
En ésta confesión de franqueza humana se esconde un acto de humildad de quien reconoce que llegó a una encrucijada.
Y, cuando esto hiere demasiado, los ojos dicen lo que la boca no consigue pronunciar.
Hay lágrimas de dolor, lágrimas de amor, lágrimas de alegría incontenible, lágrimas de tristeza, lágrimas silenciosas de paz y de ternura, lágrimas de gratitud por un elogio realizado en el momento preciso, lágrimas de esperanza, lágrimas de inocencia.
Pero también hay lágrimas de verguenza, de necedad, de desafío, de chantaje, de egoísmo por no haber conseguido lo que se quería.
Hay quien llora por cualquier cosa y hay quien tiene verguenza de llorar, cuando llorar era la única cosa decente que podía hacerse.
Es muy probable que existan cosas mucho más bonitas que una persona llorando en paz.
Pero, después de las siete maravillas del mundo, muy bien se podría proponer la que sigue como la octava: Un monumento a la persona que todavía llora por amor y que además no tiene verguenza de mostrar que dentro de ella habita un sentimiento noble.
De las cosas más bonitas que conozco, una de ellas es la sonrisa de una persona ...
y otra, la lágrima silenciosa de alguien que desea comenzar de nuevo...
sábado
OS DESEO FELICIDAD A RAUDALES
LA FUENTE DEL AMOR ES INAGOTABLE
CULTIVEMOSLO TODOS LOS DIAS DE NUESTRA VIDA. SIEMPRE GERMINA
Pincha en el titulo para ver el video..
viernes
SEGUNDA PRUEBA: EN EL BOSQUE DE MERLIN
El Caballero se adentra en el bosque del inconsciente.
El "bosque" es un lugar espiritual que puede hallarse tanto en el desierto como en la ciudad, estando en soledad o rodeados de gente.
Emboscarse es retirarse. El Caballero es un emboscado. Se ha aislado en el bosque para reflexionar y encontrarse consigo mismo.
El bosque simboliza el inconsciente. Adentrarse en el bosque y profundizar en él le permitirá conocer las sombras y las luces que en él habitan.
La llamada del bosque es esa llamada que siente una naturaleza interior incompleta y que le incita a ir más allá. Por eso, el Caballero abandona todo lo que hasta entonces había dado sentido a su vida: aventuras, castillos, familia; en definitiva, lo que era su identidad. Se adentra en el bosque para comprender qué significa su armadura y poder despojarse de ella, o lo que es igual, para someter lo indómito del Yo. Así, aniquilará la personalidad de "caballero", que no es más que una máscara, que le impide acceder a su verdadera naturaleza.
El convaleciente
El significado de convalecer en griego es retornar. La nostalgia es el dolor del retorno, el eterno retorno hacia uno mismo.
El Caballero es un convaleciente porque se retira al bosque para volver hacia sí mismo, es decir, para lograr su individuación. Como convaleciente, está regresando hacia sí mismo y, cuando haya completado ese regreso, podrá decir quién es en realidad. Sabiéndose convaleciente, será capaz de reconocer el sufrimiento que conlleva la armadura (la enfermedad) y comprenderá el sentido último de su vida.
Cuando el Caballero enferma de debilidad, Merlín le explica lo afortunado que es, porque "una persona no puede correr y aprender a la vez. Debe permanecer en un lugar durante un tiempo". El Caballero llega así a la comprensión del valor de detenerse a reflexionar porque la vida vertiginosa aturde.
Cuando no se es capaz de detenerse a reflexionar, la enfermedad puede sobrevenir como un aviso para que el enfermo se vea obligado a parar. Así, más que como un mal, la enfermedad aparece como una aliada beneficiosa que exige ser escuchada.
El Caballero es un convaleciente que tiene que conocer el origen de su enfermedad y que el secreto de su cura se encuentra en el retorno hacia sí mismo.
Primer encuentro con el Mago Merlín, el arquetipo del "viejo sabio"
Una mañana, bajo un árbol, el Caballero descubre a Merlín, vestido con una túnica blanca y rodeado de animales. Al instante reconoce en él al maestro y comprende que ambos estaban buscándose. Se ha producido el misterio del encuentro en lo intuitivo, en lo profundo de sus almas.
El árbol cuyas ramas cobijan a un hombre de conocimiento, podría simbolizar aquí el mito de lo sagrado y de la regeneración.
El Mago Merlín simboliza al maestro que ha vencido el apego por este mundo. Conoce el arte del despertar de la conciencia y, en su papel de sabio, actúa como mediador entre el héroe convaleciente y el reino de la naturaleza. Hará comprender al Caballero que las pasiones empañan el discernimiento y la razón, y que las cualidades positivas como la paciencia, la actitud de colaboración, la aceptación incondicional de la figura del maestro y sus enseñanzas, el coraje y la perseverancia favorecen la andadura.
Merlín le aconseja la paciencia como cualidad imprescindible para desembarazarse de la armadura que tanto tiempo ha llevado puesta.
La armadura para protegerse del miedo
Con la armadura el Caballero cree estar protegiéndose del miedo a las heridas en la batalla, pero también se defiende para no ser herido y sufrir la situación familiar, aunque no se enfrente a ella.
La copa de la vida
"Merlín le tendió una copa de plata que contenía un extraño líquido".
El caballero tiene sed de vivir ya que la armadura le ha secado la existencia.
El conflicto emocional bloquea el cuerpo físico y energético, nubla el discernimiento y endurece el corazón.
"Los primeros sorbos le parecieron amargos, los siguientes más agradables, y los últimos tragos, bastante deliciosos..." Al aceptar los tragos de la vida, ésta se convierte en un dulce transcurrir. La neurosis es amargura y, cuando se disuelve, da lugar al alivio.
El agua es renovadora de vida y simboliza el inconsciente. Merlín le ayuda a beber grandes cantidades de la copa del inconsciente pues, cuanto más beba y saboree, más se conocerá y más próximo estará a
Yo verdadero, cambio de conciencia y tiempo
El Yo verdadero, en términos junguianos, es el Sí Mismo o Self. Aparece
en el Proceso de Individuación de crecimiento interior y es la evolución hacia una totalidad interior única. Considerado como arquetipo, trasciende al ser humano en lo consciente y personal.
Tras el llanto, el Caballero puede comunicarse con los animales de modo intuitivo, más allá de la mente racional. Logra la suficiente sensibilidad como para sintonizar con las vibraciones de los otros. Los animales representan el mundo pulsional de los instintos en el hombre.
Merlín le dice "pasado, presente y futuro son uno cuando estás conectado a
Fuente
A la pregunta del caballero de qué es
Se le llama Fuente, Origen, Creador, etc, porque de algún modo hay que nombrar lo innombrable. La comprensión de ese concepto va más allá de lo racional.
Fuente es uno de los nombres o atributos de
A lo largo del libro y en cada capítulo aparacen cinco atributos fundamentales: Verdad, Silencio, Conocimiento, Voluntad y Osadía que el Caballero tedrá que descubrir y cultivar. Aparecen otros atributos que son.. Originador,
Desesperado, intenta regresar con su familia
En un determinado momento el caballero no se siente capaz de soportar más tiempo en el bosque. Se ha adentrado tanto en la espesura de su inconsciente que ha avistado la locura, tiene miedo y quiere huir.
Se justifica pensando que lo que quiere es regresar con su familia, ser un marido bueno, generoso y amoroso y un buen padre para Cristóbal, pero alguien que no sabe cuidar de sí mismo, no puede cuidar a los demás. Si regresa sólo para huir del bosque, será una carga asfixiante para Julieta y Cristóbal.
Reflexiona sobre su familia, "Recordó las eternas quejas de Julieta porque a menudo se iba a la batalla, por la atención que le prestaba a su armadura, por su visor cerrado y por su costumbre de quedarse dormido para no oír sus palabras. Quizá Julieta no quisiera que él volviera, pero Cristóbal sí querría".
Merlín le sugiere que envíe una nota preguntando a Cristóbal si desea que su padre vuelva con él, utilizando a la paloma como mensajera. Cuando la paloma retorna con el mensaje, el caballero ve boquiabierto que el papel está en blanco. Merlín le explica que su hijo no le conoce lo suficiente como para darle una respuesta.
"El caballero permaneció quieto un momento, pasmado, luego lanzó un gemido y lentamente cayó al suelo. Intentó retener las lágrimas, pues los caballeros de brillante armadura no lloran. Sin embargo, pronto su pena le venció. Luego, exhausto y medio ahogado por las lágrimas, el caballero se quedó dormido".
Una pena profunda y las lágrimas de sentimientos verdaderos le liberan del yelmo.
La no-respuesta de su hijo ha calado en la fibra sensible del Caballero, que por fin comprende la mala relación con él. El impacto ha dinamitado el conflicto interno. Ante semejante choque las defensas corporales y emocionales se han hecho añicos, la armadura no puede protegerle ya. El cuerpo, como libro que lleva la historia personal del caballero, libera el conflicto. Por mucho que se aferre al lema de que los caballeros no lloran, no podrá contener la emoción que le embarga. Llora y queda exhausto y medio ahogado dentro del yelmo.
Después de la catarsis y de la toma de conciencia del problema, nota un extraño alivio al reconciliarse consigo mismo y, acurrucándose en el calor de este nuevo sentimiento de ternura, se queda dormido.
Al despertar, el Caballero logra, gracias a las lágrimas derramadas, liberarse de la visera.
7 claves para meditar
1. ¿Te emboscas en tu inconsciente?
2. ¿Sientes nostalgia por el yo verdadero?
3. ¿Encontraste a tu guía?
4. ¿Para qué te pones la armadura?
5. ¿Eres paciente y perseverante?
6. ¿Eres sincero con los sentimientos?
7. ¿Para qué te sirve el sufrimiento?
jueves
BAUBO LA DIOSA DEL VIENTRE
Hades agarró a Perséfone y la atrajo a su carro en medio de un revuelo de velos y sandalias. Después los caballos se precipitaron de nuevo al interior de la tierra. Los gritos de Perséfone son cada vez más débiles a medida que se iba cerrando la brecha de la tierra como si nada hubiera ocurrido.
Los gritos y el llanto de la doncella resonaron por todas las piedras de las montañas y subieron borbotando en un acuático lamento desde el fondo del mar. Deméter oyó gritar a las piedras. Oyó los gritos del agua. Después un pavoroso silencio cubrió toda la tierra mientras se aspiraba en el aire el perfume de las flores aplastadas.
Arrancándose la diadema que adornaba su inmortal cabello y desplegando los oscuros velos que le cubrían los hombros, Deméter voló sobre la tierra como un ave gigantesca, buscando y llamando a su hija.
Aquella noche una vieja bruja les comentó a sus hermanas junto a la entrada de su cueva que aquel día había oído tres gritos: uno era el de una voz juvenil lanzando alaridos de terror; otro, una quejumbrosa llamada; y el tercero, el llanto de una madre.
No hubo manera de encontrar a Perséfone y así inició Deméter la búsqueda de su amada hija a lo largo de vanos meses. Deméter estaba furiosa, lloraba, gritaba, preguntaba, buscaba en todos los parajes de la tierra por arriba, por abajo y por dentro, suplicaba compasión y pedía la muerte, pero, por mucho que se esforzara, no conseguía encontrar a su hija del alma.
Así pues, ella, la que lo hacía crecer todo eternamente, maldijo todas las tierras fértiles del mundo, gritando en su dolor: “¡Morid! ¡Morid! ¡Morid!” A causa de la maldición de Deméter ningún niño pudo nacer, no creció trigo para amasar el pan, no hubo flores para las fiestas ni ramas para los muertos. Todo estaba marchito y consumido en la tierra reseca y los secos pechos.
La propia Deméter ya no se bañaba. Sus túnicas estaban empapadas de barro y el cabello le colgaba en enmarañados mechones. A pesar del terrible dolor de su corazón, no se daba por vencida. Después de muchas preguntas, súplicas e incidentes que no habían dado el menor resultado, la diosa se desplomó junto a un pozo de una aldea donde nadie la conocía. Mientras permanecía apoyada contra la fría piedra del pozo, apareció una mujer, más bien una especie de mujer, que se acercó a ella bailando, agitando las caderas como si estuviera en pleno acto sexual mientras sus pechos brincaban al compás de la danza. Al verla, Deméter no pudo por menos de esbozar una leve sonrisa.
La bailarina era francamente prodigiosa, pues no tenía cabeza, sus pezones eran sus ojos y su vulva era su boca. Con aquella deliciosa boca empezó a contarle a Deméter unas historias muy graciosas. Deméter sonrió, después se rió por lo bajo y, finalmente, estalló en una sonora carcajada. Ambas mujeres, Baubo, la pequeña diosa del vientre, y la poderosa diosa de la Madre Tierra Deméter se rieron juntas como locas.
Y aquella risa sacó a Deméter de su depresión y le infundió la energía necesaria para reanudar la búsqueda de su hija y, con la ayuda de Baubo, de la vieja bruja Hécate y del sol Helios, consiguió finalmente su objetivo. Perséfone fue devuelta a su madre. El mundo, la tierra y los vientres de las mujeres volvieron a crecer.
* En alemán, tertulia de mujeres. (N. de la T)
Además, la pequeña diosa del vientre Baubo nos recuerda la interesante idea de que un poco de obscenidad puede ayudar a superar una depresión. Y es verdad que ciertas clases de risa, la que procede de todos esos relatos que las mujeres se cuentan, esos relatos tan subidos de tono que rayan con el mal gusto, sirven para despertar la libido. Vuelven a encender el fuego del interés de una mujer por la vida. La diosa del vientre y la risa del vientre es lo que nosotras buscamos.
Por consiguiente, te aconsejo que incluyas en tu colección unos cuantos “cuentecitos guarros” como el de Baubo. Esta forma reducida de cuento es una poderosa medicina. El divertido cuento “guarro” no sólo puede disipar una depresión sino también arrancar la negra furia que oprime el corazón, consiguiendo que la mujer sea más feliz que antes. Pruébalo y verás.
El hecho de ver a través de los pezones es ciertamente un atributo sensorial. Los pezones son unos órganos psíquicos que reaccionan a la temperatura, el temor, la cólera, el ruido. Son un órgano sensorial como lo son los ojos de la cabeza.
miércoles
LA INTUICION
La pregunta es ¿ por qué no le prestamos la atención que merece?
Pienso que es un mecanismo de defensa que sirve de escudo a nuestro desprotegido YO. Es extraño, ya que esa protección impide que salga a la luz la intuición.
Le negamos la posibilidad de que se manifieste, para poder así beneficiarnos de esta gran virtud. La intuición nos habla, nos ayuda a percibir y sentir una determinada situación, hecho o persona que podría ser perjudicial. En el momento en que aparece, la bloqueamos, la saboteamos, la paralizamos, obstaculizamos su reflexión e introspección.
Para muchos hombres y mujeres de ciencia, pensadores y artistas es el pilar fundamental para llevar a cabo los descubrimientos.
El gran problema es cuando aparece la razón y obstruye esta facultad innata que todos poseemos.
¿Qué hacemos cuando tenemos una corazonada, un presentimiento?
Probablemente hacemos caso omiso. No nos damos la oportunidad de “escucharla”.
Existen cuatro modos básicos en que se manifiesta el pensamiento intuitivo: Psíquicamente (cuando se “olfatea” un peligro inexistente hasta el momento), emocionalmente (atracción o rechazo inmediato por alguien), mentalmente (solución instantánea de un problema intelectual) y espiritualmente (cuando se produce una revelación).
No hay que ser vidente, sólo hay que prestar atención, es un escuchar nuestro sabio interno.
Se produce normalmente una lucha interna entre razón, lógica y sentidos. Tenemos adquiridos hábitos en nuestra conciencia y ésta desecha todo cuanto no procede de la lógica. Nos cerramos a descubrir esos mensajes o señales que nos llegan.
¿No os ha ocurrido que habéis soñado con alguien que hacía tiempo que no veiais y asombrosamente os la encontrais?, o bien, cuando ante una persona que acabas de conocer se produce un nerviosismo extraño pero que captais como desosiego, angustia. O cuando se presiente algo y después se confirma y dices “Yo, ya eso lo sabía”, o cuando sientes la urgencia de llamar a alguien por teléfono y descubres que necesita de vuestra ayuda.
La intuición va acompañada de un sentimiento de certeza inconfundible. Suelen ser ambiguos pero hay que “pararse”, regalarse un espacio, para el darnos cuenta, para conectar con nuestro Yo interno.
Hagamos como filósofos, músicos, artistas, científicos, que gracias a su intuición, lograron crear verdaderas maravillas.
“Yo no elijo lo que compongo, lo que compongo me elige a mí” Gustav Mähler
martes
A ESO....
lunes
REFLEXION DEL GUERRERO DE LA LUZ
jueves
PRIMERA PRUEBA: EL DILEMA DEL CABALLERO
El Caballero pensaba que era bueno, generoso y amoroso.
Por mucho que así pensara, sus actos no mostraban tales cualidades positivas. Una virtud que necesita demostrarse no es virtud. En realidad no se estimaba ni tenía confianza en sí mismo, sino que, por el contrario, tenía reacciones de sobrevaloración para compensar sus carencias.
Luchaba contra sus enemigos que eran lo contrario a él: malos, mezquinos y odiosos. Cuando en el asunto de la caballería había crisis, rescataba damiselas en apuros prisioneras de los dragones a los que mataba. Las liberaba sin importarle si ellas querían o no. Algunas le quedaban agradecidas, pero otras se mostraban furiosas, aunque a él no le importaba.
Liberaba a los demás de sus enemigos, que eran malvados, pero no se enfrentaba con la parte negativa que habitaba en él, su yo falso, simbolizado en el dragón. Pero, si no luchaba por conocerse, tampoco podía rescatar a su Yo verdadero, cautivo de su dragón interior. Tan prisionero estaba su Yo verdadero que el Caballero no tenía conocimiento de su existencia.
El Caballero se había hecho famoso porque su armadura producía unos rayos de luz tan brillantes que la gente la confundía con el sol, creyendo que salía por el norte y se ponía en el este.
La armadura se puede simbolizar de varias formas. Se manifiesta en el plano físico, en el psicológico, emocional, energético y en lo espiritual. Representa todo lo falso de sí mismo. El brillo representa la vanagloria, la fama, el prestigio, la presunción y el orgullo con los que el Caballero hipnotizaba y confundía a la gente. Cuanto más brillo tenía su máscara, más inautenticidad establecía entre él y los demás.
Partía con frecuencia a las batallas y era tal su entusiasmo que, a veces, iba hacia varias direcciones a la vez, lo que significa hacer muchas cosas y tener la mente ocupada en veinte asuntos al mismo tiempo.
Tanto se enamoró del brillo de su armadura que hasta dormía con ella. El mito de Narciso es enamoramiento y culto a sí mismo, falso altruísmo, aislamiento e incomunicación. Se ponía la armadura para protegerse de quien creía ser y un buen día se quedó atrapado sin poder salir de ella.
La familia
Tenía una mujer bastante tolerante, Julieta, que poseía muchas virtudes, entre ellas la de escribir bellos poemas. También tenía un hijo, llamado Cristóbal, de cabellos dorados al que pensaba convertir en un valiente caballero como él cuando fuera mayor.
Julieta representa el alter ego: el lado femenino, la ternura, el ánima, la voz de la conciencia y, en cierto modo, el recuerdo del Yo verdadero. El hijo de cabellos dorados sería el recuerdo de lo auténtico que había en él antes de ocultarse detrás de la armadura.
El Caballero apenas mantenía relación con ellos. Alguna vez Cristóbal preguntaba a su madre por el aspecto que tenía su padre, pero solo podía contemplar un retrato del Caballero que había sobre la chimenea, como recordatorio de la imagen original sin armadura.
Julieta estaba insatisfecha de la relación que tenía con su marido y de los problemas que le ocasionaba la armadura, como el dormir mal por culpa del ruido que producía, pues él no se la quitaba ni para dormir, lo cual no contribuía a mantener una unión en la familia y se supone que no cumplía la función conyugal con su esposa.
La primera vez que Julieta se enfrentó a su marido fue para decirle que amaba más a su armadura que a ella, lo que significa que el único amor del Caballero era su yo falso y no su Yo verdadero. A Julieta le había demostrado su amor rescatándola de las garras del dragón e instalándola en un elegante castillo. Sin embargo, su Yo verdadero estaba aún prisionero de la importancia personal que consumía la mayor parte de su energía. Sólo había amado la idea de rescatarla pero no se había responsabilizado de las consecuencias que ello traía. Instalado en un idealismo, su mente se había alejado de su corazón y, por mucho que insistiera en querer demostrarle amor a Julieta, su cuerpo era incapaz de abrazar con ternura y en una ocasión casi le rompe las costillas al abrazarla con su fría y rígida armadura. Así es cómo se manifestaba el yo falso en él.
La resolución del dilema.
El Caballero tiene que resolver el dilema: quitarse la armadura o perder a su familia.
Julieta es la eterna mujer resignada que, en un momento dado, se enfrenta a la realidad y exige a su marido que se quite la armadura, para ver quién era realmente.
El Caballero no podía desprenderse de ella porque tenía que estar listo para montar en su caballo y salir en cualquier dirección. Como Julieta representa al Yo verdadero, éste también clama desde dentro para que la máscara de apariencia y de fantasía idealista del yo falso no se justifique con engaños. El caballo es el símbolo de los impulsos, de la energía física y de la expansión yóica que el Caballero tendría que dominar.
Julieta le da un ultimátum diciéndole que, si no se quita la armadura, se irá de su vida.
El Caballero entra en una profunda reflexión. Sabía que amaba a su esposa, a su hijo y a sus pertenencias, pero pensaba que el único sentido de su vida era ponerse la armadura, que representa la importancia personal, para demostrar en las batallas que era bueno, generoso y amoroso.
Arriesgándose, toma la decisión de quitársela, lo que significa desmontar el artificio del yo falso para encontrarse a sí mismo, llegar a amarse y poder amar a su familia y a los demás.
Toma la decisión de quitarse la armadura.
Al tomar esa decisión, inicia el Proceso de Desvelamiento del yo experimentador, que consistirá en descorrer los velos de oscuridad del yo falso que encubren la realidad luminosa del Yo verdadero.
Pero el yelmo estaba demasiado enganchado e incluso también la visera lo estaba. Desesperado trató de encontrar una solución al problema. Por primera vez buscó ayuda y la encontró en el herrero. Éste le dijo que más que tener un problema él era un problema en sí mismo. A pesar de los esfuerzos del herrero -que era el hombre más fuerte del reino-, el yelmo ni siquiera se abolló porque la armadura estaba demasiado endurecida.
La armadura del yo falso no se quita por la fuerza bruta sino mediante un trabajo de interiorización. El herrero no es el terapeuta idóneo para eliminar la coraza del yo falso y dejar al descubierto el Yo verdadero, por lo que el Caballero tendrá que buscar un profesional adecuado mediante el cual se haga sensible a su yo experimentador y pueda conocerlo y así logrará el conocimiento de sí mismo.
Cuando el Caballero le comenta a Julieta que no consigue quitarse la armadura ella, que ha llegado al límite de su aguante, no le cree y le grita llamándole bestia ruidosa, al mismo tiempo que estrella un plato de puré de estofado de paloma contra su yelmo, pero él no siente nada, porque no discierne entre lo que es falso y lo verdadero. En
Por fín se da cuenta que "su armadura no le dejaba sentir apenas nada, y la había llevado durante tanto tiempo que había olvidado cómo se sentían las cosas sin ella".
Después de visitar por última vez al herrero, vuelve a casa y Julieta le echa en cara que la única manera que tiene su hijo de verle es mirando el retrato que está sobre la chimenea. Le da de comer un plato de puré de cordero que será el último que le prepare para él. El cordero significa que será el último sacrificio que haga Julieta por él.
Se sintió dolido de que Julieta pareciera no amarle más. Si no se quitaba la armadura, Julieta se marcharía con su hijo, pero aún no sabía cómo hacerlo, y se puso a reflexionar sobre el modo de quitársela. Tenía claro que necesitaba ayuda, y como no la encontraba en su propio reino, es decir, en el mundo que conocía y en su consciente, decidió buscarla en otras tierras.
La resolución del conflicto
Julieta representa la eterna mujer resignada que al final se enfrenta a la realidad familiar. Le plantea la elección entre su armadura y la familia.
El Caballero reacciona dándose cuenta de la armadura-conflicto ante el temor de ser abandonado por su esposa. Aparece el miedo al abandono y la soledad.
Cuando Julieta le dice: "¡Entonces, quítate esa armadura para que pueda ver quién eres en realidad!" lo que quiere expresar es que sólo es apariencia. Ser o no ser verdadero, ahí está el dilema.
Pero el caballero comprende que no merece la pena perder a Julieta y a Cristóbal por llevar la armadura.
Resuelve el dilema tomando la decisión de desembarazarse de ella, encontrarse consigo y no perder a su familia.
Alguien habrá en algún lugar que pueda ayudarme
El Caballero intenta quitarse por sí mismo la armadura, pero la lleva demasiado enganchada.
Buscando una solución al problema encuentra al herrero quien le dice que él es un problema en sí mismo.
Pero esta armadura no se quita por la fuerza bruta, sino mediante un trabajo de interiorización. El herrero no es el "terapéuta" idóneo para desmantelar la coraza.
El camino de la sinceridad, la autenticidad y de la verdad. El Sufrimiento y el placer.
Solo trnsitando por una vía de autenticidad, sinceridad y de verdad podrá liberarse el caballero de la armadura-carácter y encontrar la joya que hay en su corazón: el Ser, cuya procedencia es
Los conflictos psico-emocionales endurecieron la armadura. En el proceso de conscienciación hay un sufrimiento fértil, y un alivio por la liberación del pesado lastre.
El Caballero bajará a los infiernos y subirá a los cielos. Buceará en el océano de su inconsciente, luchará contra el dragón y rescatará el tesoro en lo más recóndito de sí mismo.
7 claves para meditar
1. ¿ Reconoces tu armadura. Qué defensas la componen?
2. ¿Sientes realmente que eres bueno, generoso y amoroso?
3. ¿Cómo vives los sentimientos. Eres sincero en el amor?
4. ¿Como te relacionas con tu familia y compañeros?
5. ¿Le dedicas suficiente tiempo a tu familia?
6. ¿Tienes una intención sincera de cambiar?
7. ¿Estas buscando al terapéuta-guía apropiado?
Interpretación de las Enseñanzas por el Psicologo Carlos Velasco Montes
miércoles
FLUIR COMO EL AGUA
Fluimos como el agua de un río de aguas cristalinas...
Nos bañamos entre amores y tersuras...
Nos besamos el corazón...
Nuestras almas confluyen al unísono, desbordantes de sosiegos...
Nos mecemos por brazos de ternuras...
Nuestras esencias se colman de eternidades...
El río emana amaneceres, atardeceres y anocheceres...
Desembocamos en el mar de fuego..
martes
SOLO EL AMOR EXPULSA AL MIEDO
sábado
POR FAVOR, TÓCAME
viernes
EL JUBILO DEL CUERPO: EL LENGUAJE CORPORAL
Las mujeres que corremos con los lobos
"Una vez formé con una amiga mía un tándem de narración de cuentos llamado “Lenguaje corporal”, destinado a descubrir las virtudes ancestrales de nuestros parientes y amigos. Opalanga es una griot afroamericana tan alta y delgada como un tejo. Yo soy una mexicana, tengo una hechura muy terrenal y abundantes carnes. Aparte el hecho de ser objeto de burla por su estatura, de niña le decían a Opalanga que la separación entre sus dientes frontales significaba que era una mentirosa. Y a mí me decían que la forma y el tamaño de mi cuerpo significaban que era inferior y carecía de autocontrol. En nuestros relatos sobre el cuerpo hablábamos de las pedradas y las flechas que nos habían arrojado a lo largo de nuestras vidas porque, según los grandes “ellos”, nuestros cuerpos tenían demasiado de esto y demasiado poco de lo otro. En nuestros relatos entonábamos un canto de duelo por los cuerpos de los que no nos estaba permitido gozar. Nos balanceábamos, bailábamos y nos mirábamos. Cada una de nosotras pensaba que la otra era tan hermosa y misteriosa que nos parecía imposible que los demás no lo creyeran así.
Qué sorpresa me llevé al enterarme de que, de mayor, ella había viajado a Gambia en África Occidental y había conocido a algunos representantes de su pueblo ancestral en cuya tribu, mira por dónde, muchas personas eran tan altas y delgadas como los tejos y tenían los dientes frontales separados. Aquella separación, le explicaron, se llamaba Sakaya Yallah, es decir, la “abertura de Dios” y se consideraba una señal de sabiduría.
Y qué sorpresa se llevó ella al decirle yo que de mayor había viajado al istmo de Tehuantepec en México y había conocido a algunos representantes de m¡ pueblo ancestral, los cuales, mira por dónde, eran una tribu de coquetas y gigantescas mujeres de fuerte cuerpo y considerable volumen. Éstas me dieron unas palmadas y me palparon, comentando descaradamente que no estaba lo bastante gorda. ¿Comía lo suficiente? ¿ Había estado enferma? Tenía que esforzarme en engordar, me explicaron, ya que las mujeres son la Tierra y son redondas como ella, pues la tierra abarca muchas cosas .
Por consiguiente, en la representación, al igual que en nuestras vidas, nuestras historias personales, que habían empezando siendo opresivas y deprimentes a la vez, terminaban con alegría y un fuerte sentido del yo. Opalanga comprende que su estatura es su belleza, su sonrisa es la de la sabiduría y la voz de Dios está siempre cerca de sus labios. Y yo comprendo que mi cuerpo no está separado de la tierra, que mis pies están hechos para asentarse firmemente en el suelo y mi cuerpo es un recipiente destinado a contener muchas cosas. Gracias a unos pueblos poderosos no pertenecientes a nuestra cultura de Estados Unidos, aprendimos a atribuir un nuevo valor al cuerpo y a rechazar las ideas y el lenguaje que insultaban el misterio del cuerpo o ignoraban el cuerpo femenino como instrumento de sabiduría.
Experimentar un profundo placer en un mundo lleno de muchas clases de belleza es una alegría de la vida, a la cual todas las mujeres tienen derecho. Aprobar sólo una clase de belleza equivale en cierto modo a no prestar atención a la naturaleza. No puede haber un solo canto de pájaro, una sola clase de pino, una sola clase de lobo. No puede haber una sola clase de niño, de hombre o de mujer. No puede haber una sola clase de pecho, de cintura o de piel.
Mis experiencias con las voluminosas mujeres de México me indujeron a poner en tela de juicio toda una serie de premisas analíticas acerca de los distintos tamaños y formas y en especial los pesos de las mujeres. Una antigua premisa psicológica en particular se me antojaba grotescamente equivocada: la idea según la cual todas las mujeres voluminosas tienen hambre de algo; la idea según la cual “dentro de ellas hay una persona delgada que está pidiendo a gritos salir”. Cuando le comenté esta metáfora de la “mujer delgada que gritaba” a una de las majestuosas mujeres de la tribu tehuana, ella me miró con cierta alarma. ¿Me estaba refiriendo acaso a la posesión de un mal espíritu? ¿Quién hubiera podido tener empeño en poner una cosa tan mala en el interior de una mujer?”, me preguntó. No acertaba a comprender que los “curanderos” o cualquier otra persona pudiera pensar que una mujer tenía en su interior a una mujer que gritaba por el simple hecho de estar naturalmente gorda.
A pesar de que los trastornos alimenticios compulsivos y destructivos que deforman el tamaño y la imagen del cuerpo son reales y trágicos, no suelen ser la norma en la mayoría de las mujeres. Lo más probable es que las mujeres que son gordas o delgadas, anchas o estrechas, altas o bajas lo sean simplemente por haber heredado la colifi0_ ración corporal de su familia; y, si no de su familia inmediata, de los miembros de una o dos generaciones anteriores. Despreciar o juzgar negativamente el aspecto físico heredado de una mujer es crear una generación tras otra de mujeres angustiadas y neuróticas. Emitir juicios destructivos y excluyentes acerca de la forma heredada de una mujer equivale a despojarla de toda una serie de importantes y valiosos tesoros psicológicos y espirituales. La despoja del orgullo del tipo corporal que ha recibido de su linaje ancestral. Si la enseñan a despreciar su herencia corporal, la mujer se sentirá inmediatamente privad de su identificación corporal femenina con el resto de la familia.
Si la enseñan a odiar su propio cuerpo, ¿cómo podrá amar el cuerpo de su madre que posee la misma configuración que el suyo , el de su abuela y los de sus hijas? ¿Cómo puede amar los cuerpos de otras mujeres (y de otros hombres) próximos a ella que han heredado las formas y las configuraciones corporales de sus antepasados? Atacar de esta manera a una mujer destruye su justo orgullo de pertenencia a su propio pueblo y la priva del natural y airoso ritmo que siente en su cuerpo cualquiera que sea su estatura, tamaño o forma. En el fondo, el y ataque a los cuerpos de las mujeres es un ataque de largo alcance a la que las han precedido y a las que las sucederán.
Los severos comentarios acerca de la aceptabilidad del cuerpo crean una nación de altas muchachas encorvadas, mujeres bajitas sobre zancos, mujeres voluminosas vestidas como de luto, mujeres muy delgadas empeñadas en hincharse como víboras y toda una serie de mujeres disfrazadas. Destruir la cohesión instintiva de una mujer con su cuerpo natural la priva de su confianza, la induce a preguntarse si es o no una buena persona y a basar el valor que ella misma se atribuye no en quién es sino en lo que parece. La obliga a emplear su energía en preocuparse por la cantidad de alimento que ha comido o las lecturas de la báscula y las medidas de la cinta métrica. La obliga a preocuparse Y colorea todo lo que hace, planifica y espera. En el mundo instintivo es impensable que una mujer viva preocupada de esta manera por su aspecto.
Es absolutamente lógico que una mujer se mantenga sana y fuerte Y que procure alimentar su cuerpo lo mejor que pueda. Pero no tengo más remedio que reconocer que en el interior de muchas mujeres hay una “hambrienta”. Sin embargo, más que hambrientas de poseer un cierto tamaño, una cierta forma o estatura o de encajar con un determinado estereotipo, las mujeres están hambrientas de recibir una consideración básica por parte de la cultura que las rodea. La “hambrienta” del interior está deseando ser tratada con respeto, ser aceptada y, por lo menos, ser acogida sin necesidad de que encaje en un estereotipo. Si existe realmente una mujer que está “pidiendo a gritos” salir, lo que pide a gritos es que terminen las irrespetuosas proyecciones de otras personas sobre su cuerpo, su rostro o su edad.
La patologización de la variedad de los cuerpos femeninos es un arraigado prejuicio compartido por muchos teóricos de la psicología, y con toda certeza por Freud. En su libro sobre su padre Sigmund, por ejemplo, Martin Freud explica que toda su familia despreciaba, y ridiculizaba a las personas gruesas. Los motivos de las opiniones de Freud rebasan el propósito de este libro; no obstante, cuesta entender que semejante actitud pudiera corresponder a una opinión equilibrada acerca de los cuerpos femeninos.
Baste señalar, sin embargo, que distintos psicólogos siguen transmitiendo este prejuicio contra el cuerpo natural y animan a las mujeres a controlar constantemente su cuerpo, privándolas con ello de unas mejores y más profundas relaciones con la forma que han recibido. La angustia acerca del cuerpo priva a la mujer de buena parte de su vida creativa y le impide prestar atención a otras cosas.
Esta invitación a esculpir el cuerpo es extremadamente parecida a la tarea de desterronar, quemar y eliminar las capas de carne de la tierra hasta dejarla en los huesos. Cuando hay una herida en la psique y el cuerpo de las mujeres, hay una correspondiente herida en el mismo lugar de la cultura y, en último extremo, en la propia naturaleza. En una auténtica psicología holística todos los mundos se consideran interdependientes, no entidades separadas. No es de extrañar que en nuestra cultura se plantee la cuestión del modelado del cuerpo natural de la mujer y se plantee la correspondiente cuestión del modelado del paisaje y también el de algunos sectores de la cultura para su adaptación a la moda. Aunque no esté en las manos de la mujer impedir la disección de la cultura y de las tierras de la noche a la mañana, sí puede evitar hacer lo mismo en su cuerpo.
La naturaleza salvaje jamás ahogaría por la tortura del cuerpo, la cultura o la tierra. La naturaleza salvaje jamás accedería a vulnerar la forma para demostrar valor, “dominio” y carácter o para ser más visualmente agradable o más valiosa desde el punto de vista económico.
Una mujer no puede conseguir que la cultura adquiera más conciencia diciéndole: “Cambia.” Pero puede cambiar su propia actitud hacia sí misma y hacer que las proyecciones despectivas le resbalen. Eso se consigue recuperando el propio cuerpo, conservando la alegría del cuerpo natural, rechazando la conocida quimera según la cual la felicidad sólo se otorga a quienes poseen una cierta configuración edad, actuando con decisión y de inmediato recuperando la verdadera vida y viviéndola a tope. Esta dinámica autoaceptación y autoestima son los medios con los cuales se pueden empezar a cambiar las actitudes de la cultura"
Clarissa Pinkola Estés